28 noviembre, 2011

Música. Los Beatles y los años 60

 
Los Beatles revolucionaron el mundo de la música en los años 60. Uno de esos cambios fue el estudio de grabación utilizado y transformado como instrumento musical en la búsqueda de nuevas sonoridades y, en particular, de ampliar el espectro sonoro.
Alberto Acosta*

De Auschwitz a Hight Ashbury. La imagen que recorre las noticias mundiales en 1945, año de finalización de la Segunda Guerra Mundial, es la de presos raquíticos abarrotados en los campos de concentración nazi. Veintidós años después, en el "verano del amor" de 1967, la imagen que recorre el mundo es la de Los Beatles, cantando "Todo lo que necesitas es amor" en un estudio abarrotado de músicos y amigos, durante la primera transmisión mundial de TV por satélite.

Entre un hecho y otro -el mundo espantado por el horror de la guerra, el mundo reunido en una oración al amor- hay un camino en el que Los Beatles, todos ellos nacidos durante la gran guerra, son protagonistas. Contribuye también, desde luego, la recuperación democrática y económica de Europa (fruto, por cierto, no de políticas neoliberales), que facilitó las condiciones para una cultura optimista, hedonista e individualista. Varios avances tecnológicos (la píldora anticonceptiva, los electrodomésticos y otros bienes de consumo masivo) también hacen su contribución al espíritu de la época.

La otra revolución.

El ascenso de Los Beatles (John Lennon, Paul McCartney, George Harrison, Ringo Starr) como el primer fenómeno mediático cultural de escala planetaria, revoluciona el mundo del espectáculo, que comienza a ser percibido como una industria importante. Ello permite la aparición de productos culturales tales como el merchandising asociado a la estrella pop, el video-clip, los megarecitales en estadios, etc.

Sin embargo, hay otra revolución no menos importante que Los Beatles protagonizan cuando a fines de 1966, tras años de giras interminables, deciden dejar de actuar en vivo y producir su música en la soledad del estudio de grabación, cuyos recursos comienzan a explotar mucho más allá de lo que se creía posible. A base de romper las reglas preestablecidas sobre cómo debía grabarse cada instrumento, e incluso quebrando el concepto mismo de la grabación como mero registro de una performance, se terminó creando una nueva forma artística, más análoga a las artes plásticas que a las de performance -como la música y el teatro.

El encuentro de Los Beatles con el estudio de grabación, y en especial con su productor George Martin, se había producido tres años y medio antes. En ese momento, el grupo no tenía aún un repertorio propio brillante, pero habían aquilatado, eso sí, las diez mil horas de práctica consciente que según Malcolm Gladwell (en su obra "Outliers") son la clave del genio.

Aciertos.

Los primeros éxitos se basan en su energía y humor únicos. La confianza de esos aciertos, sumado al contacto con la cultura más sofisticada de Londres, los lleva a experimentar recursos ajenos al universo del pop y el rock.
 
 Las armonías más propias del jazz (acorde de sexta al final de "Ella te ama"), las subdivisiones rítmicas heterodoxas (tiempo binario y ternario
superpuesto en el estribillo de "Podemos solucionarlo"), los compases irregulares (el 7/4 de "Todo lo que necesitas es amor") y hasta recursos cinematográficos como el grandioso acorde inicial de "Anochecer de un día agitado", objeto de innumerables controversias, y definido por el músico y poeta inglés Martin Newell como "el inicio de la década del '60".

La búsqueda de nuevas sonoridades en el estudio y, en particular, de ampliar el espectro sonoro para obtener frecuencias más graves, los lleva también a experimentar con distintas técnicas, como la modificación de la velocidad de la cinta al momento de grabar los sonidos, o la técnica de grabar el bajo como última toma (todo esto, en momentos en que sólo se contaba con sólo cuatro canales para todos los instrumentos).

Otro recurso empleado para dar mayor densidad al sonido es la grabación doble del mismo instrumento, que en determinado momento comienza a hacerse automáticamente a través del ADT ("Automatic double tracking", precursor del moderno "flanger").

Todo este desarrollo y crecimiento de las técnicas de grabación hace que las canciones sean cada vez más difíciles de reproducir en vivo, lo cual, sumado a la alienación de las giras constantes, la inexistencia (aún) de equipamientos de amplificación adecuados para audiencias tan numerosas, y el peligro real para su integridad física, hace que que los Beatles, tras concluir su gira americana en el estadio de Candlestick Park, San Francisco, decidan abandonar las presentaciones en vivo.

El revólver del sargento.

Durante su última gira, Los Beatles no incluyeron ninguna de las pistas de su nuevo disco, "Revolver". Era imposible: las canciones involucraban arreglos de cuerdas, de bronces, orquestas completas de instrumentos indios, pistas instrumentales reproducidas al revés, y efectos sonoros que sólo podían tener lugar en el estudio.

El caso paradigmático es "Mañana nunca sabe", basada en el libro "La experiencia sicodélica" de Timothy Leary. La canción tiene una base compuesta del "drone" de una tamboura, más un patrón rítmico de batería grabado con la novedosa técnica de acercar los micrófonos al tambor, que a su vez es bajado de afinación y muteado con paños. La armonía de la canción prácticamente transcurre en un solo acorde (como ocurre con la música clásica de la India), la voz es grabada a través del parlante de un órgano, y para completar la atmósfera celestial, cinco "loops" de cintas grabadas previamente, son introducidos a la mezcla, reproducidos en forma aleatoria.

La experimentación se acentuará cuando, tras meses de vacaciones y liberados de la presión de las giras, Los Beatles se concentran en la grabación de lo que será su álbum más importante, "La Banda de Corazones Solitarios del Sargento Pepper", que se proponía como un recorrido por sus recuerdos infantiles en Liverpool. En esta nueva obra confluiría no sólo la tecnología en desarrollo, sino también, aportes tan clásicos como la lírica de Lewis Carroll, la oscuridad de Edgar Alan Poe, y la experimentación de los surrealistas, de William Burroughs y de Karlheinz Stockhausen. No casualmente todas estas influencias fueron reveladas en el collage que sirve de tapa para el disco.

Recuerdo infantil.

La primera canción en grabarse no se editará en el disco, sino como simple. "Strawberry Fields forever" es a la vez un recuerdo infantil (un parque del Ejército de Salvación) y una experimentación interna influenciada por la sicodelia. El arreglo original incluía una instrumentación poco convencional, con Harrison interpretando la guitarra slide y McCartney al comando del mellotron, un novedoso instrumento de teclado, precursor del actual sampler. Para hacer las cosas más complejas, Lennon solicitó un segundo arreglo, con instrumentos orquestales (principalmente, chelos y trompetas), para luego demandar que ambas versiones se mezclaran. Lo cual fue en sí todo un triunfo técnico, ¡ya que ambas estaban grabadas en diferente tempo y diferente tonalidad!

Momento espléndido.

Como lado B de ese simple, estaría la canción de McCartney "Penny Lane", otra semblanza nostálgica de Liverpool, para cuya producción se grabaron todos los instrumentos en forma independiente, comenzando con cuatro pianos superpuestos tocados por el autor de la canción. La brillante producción es rematada por el solo de trompeta piccolo a cargo de David Manson, músico de la Filarmónica de Londres, a quien McCartney había escuchado interpretando el Concierto de Brandenburgo N° 2 de J. S. Bach.

Acaso la apoteosis de todo este proceso esté dada por la canción que concluye el álbum "Sgt. Pepper's", "Un día en la vida", que no es sino un collage de dos canciones distintas, compuestas respectivamente por Lennon y McCartney. Prohibida por la BBC por veladas referencias a la droga, "Un día..." está compuesta en base a recortes de periódicos: la noticia de la muerte del joven millonario Tara Brown, los reportes sobre baches callejeros en la localidad de Blackburn, todo ello cantado como desde una ensoñación.

Para unir las dos canciones, en principio se dejaron entre ellas 24 compases en blanco, con la idea de llenarlos luego con algún tipo de solo instrumental. Lo que se decidió, finalmente, fue emplear una orquesta sinfónica, que debía tocar sin partitura alguna, cada instrumento individualmente partiendo desde la nota más baja de su registro, y al menor volumen posible, hasta llegar a la nota más alta en un fortíssimo que remedara un "orgasmo musical". No fue fácil convencer a los músicos de formación clásica, pero el prestigio de Los Beatles, el ambiente de fiesta creado ese día en el estudio, y el espíritu de la época lo hicieron posible. Y es que, como rezaba una de las letras del álbum, "un momento espléndido está garantizado para todos".

La caja de Pandora.

Al apoderarse del estudio de grabación, Los Beatles rompieron el límite simbólico planteado por el cristal de la sala de control, detrás del cual se sentaban los ingenieros y productores con sus sacos y corbatas. A partir de entonces, a los músicos no les bastaría meramente con el dominio de su instrumento y su arte, también tendrían que crear un "sonido propio", para lo cual, desde luego, deberían acumular un importante bagaje de conocimientos técnicos.

También los ingenieros aprovecharon la oportunidad, y comenzaron a involucrarse más decididamente en el proceso de creación musical, usufructuando las ventajas de poseer el dominio sobre la cada vez más preciada tecnología (fruto de este proceso es el calvario que deben afrontar los músicos en sus recitales, donde tras semanas de ensayos y de tareas de promoción, terminan actuando sólo para pagarles a los sonidistas su cachet fijo).

No tiene caso renegar de cómo se dieron las cosas. En el proceso de fusión de la música con la tecnología se crearon obras maravillosas. Y, por otra parte, no existe vuelta atrás, el camino al pasado ya está cerrado.

Pero vale preguntarse si no convendría reivindicar el rol de cada quien en todo este proceso. Los músicos, después de todo, tienen el talento y la formación para hacer música, y no deberían gastar tantos esfuerzos en dominar conocimientos técnicos áridos que en realidad no les interesan. A su vez, sería interesante volver a ver con más frecuencia (aunque ya no usen trajes ni guardapolvos) productores e ingenieros de grabación que realmente puedan obtener buenos sonidos finales, que conozcan sus equipos, y que tengan la humildad y la coherencia de ponerse al servicio de la música. Ni más ni menos como lo hicieron entonces George Martin y Geoff Emerick, entre otros.

*ESCRITOR y músico

EPÍGRAFE

Los Beatles en Abbey Road, durante la grabación de uno de sus discos.

EPÍGRAFE

Su disco más importante fue "La Banda de Corazones Solitarios del Sargento Pepper", que se proponía como un recorrido por sus recuerdos infantiles en Liverpool.

PARA
Al apoderarse del estudio de grabación, Los Beatles rompieron el límite simbólico planteado por el cristal de la sala de control, detrás del cual se sentaban los ingenieros y productores con sus sacos y corbatas.
 
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