19 septiembre, 2010

Una buena forma de contar la vida de Ringo, año 2.001

Richard Starkey, nacido el 7 de julio de 1940, hijo de los panaderos Elsie Gleave y Richard Starkey padre, se crió en el Dingle, una vasta y gris zona de Liverpool, un suburbio portuario. Su padre se marchó de casa cuando él tenía apenas 3 años. Para mantener a su familia, su madre fue a trabajar como camarera, quedando Ritchie solo casi toda la tarde.


A los 6 años, tan sólo un año después de empezar en la Escuela de Saint Silas, Ritchie empezó a sufrir de lo que se creyó un simple dolor de estómago. Para cuando fue llevado al hospital ese dolor de estómago se había convertido en peritonitis al habersele reventado el apéndice. Permaneció en coma diez semanas; y con diversas complicaciones, incluyendo el caerse de su cama al cumplir 7 años; pasó un año entero en el hospital. Para cuando volvió a la escuela, estaba tan atrasado con respecto a los demás niños que no sabía leer ni escribir, y lo poco que aprendió desde entonces se lo enseñó una niña del barrio.


A pesar de todos estos problemas, Richard Starkey era un niño feliz , satisfecho, y cuando su madre conoció a un pintor llamado Harry Greaves, Ritchie le tomó mucho cariño. Greaves fue lo más parecido a un padre que conoció en su vida. Por un tiempo, todo pareció bastante plácido. Luego a los 13 años, un resfriado se le convirtió en pleuresía y debilitó sus pulmones. Permaneció los siguientes dos años en el Hospìtal de Niños Heswall. Nunca volvió a la escuela. Cuando salió del hospital, todavía parcialmente recuperado, tenía quince años y únicamente era apto para trabajar de mensajero. Cuando finalmente consiguió trabajo en los Ferrocarriles Británicos, fue despedido al cabo de seis semanas por no aprobar el examen médico. Por compasión, Harry Greaves le encontró trabajo como aprendiz de ensamblador en una compañía mecánica local.

Era 1956 y se iniciaba la manía del skiffle. Ritchie había tocado la batería en la banda de una sala de hospital, y el skiffle era el paso siguiente lógico para él. Formó un grupo con un amigo Eddie Clayton. Actuaban en el mismo circuito de barrio que los Quarrymen. Cuando finalizó el furor del skiffle Richard había mejorado mucho y ya tocaba con el grupo más importante de Liverpool, Rory Storm and the Hurricanes. Fue durante la popularidad de Rory Storm cuando Ritchie se convirtió en "Ringo", porque usaba tantos anillos (rings) en los dedos, y "Starr" en vez de Starkey, para que su solo de batería pudiera anunciarse como "Starr Time" (el momento estelar).

Los Beatles conocían bien a Ringo, no sólo por el circuito de Liverpool, sino por Hamburgo, donde habían pasado meses observándolo con Rory Storm. Era sencillo, amante de las diversiones y se llevaba bien con todo el grupo... mucho mejor que antes Pete Best. En los meses recientes, la popularidad de Rory Storm venía menguando, y los Hurricanes quedaron reducidos a cumplir un contrato abrumador en el Campamento de Vacaciones de Butlin.

Fue en Butlin donde finalmente George Harrison logró encontrarlo por teléfono para decirle que se le ofrecía el puesto de bateristaa de Los Beatles. Al principio estaría a sueldo, 25 libras por semana, durante un período de prueba. Después, si todo andaba bien, se le haría miembro del grupo con todas las de la ley. De inmediato se cortó el cabello igual que ellos.



En el invierno de 1965 se casó con Maureen Cox, una muchacha de Liverpool que conocía desde antes de ser famoso. Con ella tuvo tres hijos, pero tiempo después se divorciaron. Finalmente se casa en 1980 con la actrís Barbara Bach.

Muy poco antes de que, como el resto del grupo, decidiera emprender su carrera como solista edita una recopilación de melodías standard, bajo el título de Sentimental Journey. En 1970 realiza otra grabación, Beacoups of Blues, donde tuvieron repercución sus composiciones I Don't Come Easy y Back of Boogaloo. Su albúm Ringo (1973) tubo dos número 1 en EE.UU., Photograph, escrita con George, y You're sixteen. Además, los tres restantes Beatles intervienen, aunque por separado, en la grabación.

El resto de los elepés, hasta Stop And Mell The Roses, confirman su tendencia a producciones de lujo. Acostumbra colaborar en los discos de sus ex compañeros, e interviene como invitado o como músico de estudio en un gran número de discos o películas musicales ajenas. Así, aparece en alguna filmación de Frank Zappa, o en That'll Be The Day, de los primeros años setenta, y más tarde en el filme narrativo The Caverman, donde conoce a quien sería su segunda esposa Barbara.



Ringo Starr a dia de hoy del 2001.-

JAMÁS TUVO el carisma de John ni la sensibilidad y atractivo de George. Pero ellos están muertos y él, Ringo Starr, goza de una estupenda salud física y económica. Tiene la suerte del batería y los millones del solista.

Paul fue siempre el chico bueno. John representaba la conciencia social del grupo. George hacía las veces de líder espiritual de la banda. Y finalmente estaba Ringo, Ringo Starr, a secas, sin más, desprovisto de título alguno al que unir su nombre.

A pesar de ser famoso en el mundo entero, a pesar de disfrutar de una fortuna personal valorada en cerca de 200 millones de libras (unos 60.000 millones de pesetas), el batería de The Beatles ha sido siempre el patito feo de la banda más famosa de la historia de la música pop. Relegado eternamente al papel de cuarto y último beatle, condenado hasta el fin de los tiempos a vivir bajo la aplastante sombra de Paul McCartney, John Lennon y George Harrison, el pobre Ringo es el más desconocido e ignorado de aquellos cuatro melenudos de Liverpool que un buen día, allá por 1962, conmocionaron al mundo al grito de «She loves you, yeah, yeah, yeah!!!».

Tras la muerte de George Harrison la semana pasada, sin embargo, el nombre de Ringo Starr ha cobrado inusitado protagonismo. Los motivos de su reaparición son puramente necrológicos: después del el asesinato en 1980 de John Lennon, Paul McCartney y Ringo Starr, siempre por ese orden, son el único testimonio vivo que queda de los legendarios The Beatles.

EL MENOS DOTADO
Los expertos siempre han considerado a Ringo como el menos dotado en términos musicales. Era el batería del grupo, pero nunca fue un excelente intérprete. Por otro lado componía (recordemos la espléndida Act Naturally), pero jamás con tanto talento como Paul o John. La verdad es que, tras la separación de la banda, la carrera musical en solitario emprendida por este tipo sarcástico e inseguro nacido en Liverpool hace 61 años y con una turbia historia de alcoholismo a sus espaldas, jamás ha gozado del éxito comercial del que han disfrutado McCartney, Lennon o, en menor grado, Harrison, que han seguido colocando buenas baladas y discos en las listas internacionales. Y para qué nos vamos a engañar: las incursiones de Ringo en el mundo del cine tampoco han resultado ser excesivamente brillantes.

Los últimos 31 años, los mismos que hace que se separaron The Beatles, se ha dedicado básicamente a vivir de las rentas del pasado. «Sí, soy un beatle», decía no hace mucho. «Y eso es lo más grande que uno puede llegar a ser en el mundo del rock and roll. Soy un beatle, y todo lo que hago guarda relación con ello.Si fuera únicamente Ringo Starr está claro que usted no mostraría interés por mí», aventuraba. Y es más que probable que no le faltase razón.

Por supuesto, no hay concierto de Ringo Starr que no incluya temas como el Submarino Amarillo o With a little help of my friends.Pero, a pesar de ser el beatle más gris y menos carismático de todos, económicamente no le ha ido nada mal. Según la lista que cada año publica el rotativo The Sunday Times sobre las mayores fortunas británicas, la suya ocupa en estos momentos el puesto número 296 en la deslumbrante clasificación de los ricos más ricos del Reino Unido. El ex batería de The Beatles es dueño y señor de un patrimonio valorado en 115 millones de libras (casi 35.000 millones de pesetas), que incluye mansiones en Los Ángeles, Montecarlo y Aspen (Colorado). E incluso son muchos los que consideran que las estimaciones del Sunday Times se quedan muy cortas. Esos mismos aseguran que el batería podría disponer en realidad de un capital cercano a los 200 millones de libras, casi 60.000 millones de pesetas.

Curiosamente aunque así fuera, aunque el fumador empedernido que es Ringo poseyera una fortuna cercana a los 60.000 millones de pesetas, todavía seguiría eclipsado por el resplandor de Paul McCartney y sus 713 millones de libras, 210.000 millones de pesetas al cambio. Un dinero amasado sobre la carrera inicial, pero incrementado después con sus composiciones en solitario y sus nuevos y modestos éxitos con The Wings, el grupo que constituyó posteriormente y en el que también participaba Linda, su mujer, ahora fallecida.

Desdichado Ringo. No es por nada pero, dado el papelón de perdedor entre los elegidos que siempre le ha tocado desempeñar, resulta incluso justificable que tratara de buscar consuelo en la botella.Porque, durante años y años, y por encima de cualquier otra consideración, el batería de los Beatles no ha sido más que un contumaz alcohólico.Por otra parte, sin embargo, suyo es el mérito de haber conseguido liberarse de la esclavitud a la que lo tenía sometido la bebida.En 1989, Ringo y su mujer, la actriz Barbara Bach, toda una chica Bond, ingresaron en una clínica en Tuscon, Arizona, para someterse a una cura de desintoxicación. Tras cinco semanas de tratamiento, abandonaron el centro convertidos en abstemios. Y así siguen, hasta la fecha, sin probar el alcohol. Al desaparecer las copas y los tragos largos, se esfumaron también los presuntos malos tratos que, según los rumores, Ringo Starr infligía a su bella esposa en el curso de algunas de sus peores borracheras.

Pero la dependencia del alcohol no ha sido el único navajazo a traición que la vida le ha asestado a este ex beatle. El 24 de agosto de 1995, Ringo se veía obligado a suspender apresuradamente la gira que realizaba por tierras estadounidenses con su grupo, la All Starr Band, al ser informado de que su hija Lee, de 24 años, había sido ingresada de urgencias en un hospital londinense a causa de un tumor cerebral.

EL ATAQUE DEL CÁNCER

Lee nació fruto de la unión de Ringo con Maureen Cox, su novia de toda la vida, la silenciosa mujer con la que se casó en 1965 y de la que se separó nueve años después. Y no era la primera de la familia en sufrir las embestidas del cáncer. Un año antes de que le fuese diagnosticada la enfermedad, la propia Maureen había muerto a causa de una leucemia: a pesar de que se sometió a una transplante de médula en el prestigiosísimo Fred Hutchinson Center en Seattle (su hijo Zak fue el donante), la ex señora de Starr sólo sobrevivió 63 días a la intervención. Falleció el 30 de diciembre de 1994. Lee, sin embargo, sí que logró imponerse al cáncer. Tras pasar por el quirófano y ser objeto de una delicada operación, el tumor le fue finalmente extirpado. Y hay que decir que Ringo Starr estuvo constantemente a su lado.

El amor también le ha dado algún que otro disgusto a nuestro hombre. En 1974, tras separarse de Maureen Cox, Ringo se fue a vivir con la actriz norteamericana Nancy Andrews. Tras siete años de inestable unión, con frecuentes escarceos amorosos por parte de Ringo, la relación terminó abruptamente en 1981, cuando el ex beatle plantó a la Andrews para contraer matrimonio con la también actriz Barbara Bach, su amante desde hacía ya meses.

La cosa no quedó ahí: Nancy Andrews llevó a los tribunales a Ringo, exigiéndole cinco millones de dólares (unos 1.000 millones de pesetas) por incumplimiento de promesas matrimoniales. Pero el batería tuvo suerte: el caso no prosperó.

Y es que, a pesar de todos los sinsabores y críticas, hay que reconocer que Ringo Starr siempre ha tenido buena estrella. La tuvo en 1962 cuando se unió a los Beatles. Y la sigue teniendo ahora, a sus 61años, cuando disfruta de buena salud y de una jubilación de oro.



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