Le faltaba el carisma de Lennon, el físico de McCartney y la espiritualidad de Harrison, pero sin Ringo y su batería, The Beatles nunca hubieran sido los mismos
El cuarto 'beatle'. El último en llegar y el primero en hacer el amago de irse. No era guapo, ni carismático; no destacaba por sus luchas sociales, ni mucho menos por sus composiciones. Simplemente era Ringo Starr y tocaba la batería. Pero sin él, The Beatles nunca hubieran sido The Beatles. Y todos lo sabían. Condenado a vivir bajo la sombra de John, Paul y George, Richard Starkey (7 de julio de 1940) no contaba con el talento de sus tres compañeros, un fantasma que siempre le persiguió. No obstante, era él quien triunfaba mientras los tres futuros genios intentaban hacerse un hueco en el complicado mundo del espectáculo. Ellos necesitaban al mejor batería para terminar de despegar y sabían que no respondía al nombre de Pete Best. El mejor se llamaba Ringo Starr y tocaba con Rory and the Hurricanes.Las inseguridades y complejos siempre martirizaron a Ringo, pero hay que remontarse a su infancia para conocer la raíz. Fue criado por su madre en el barrio de Dingle (Liverpool), después de que su padre les abandonara cuando él contaba apenas tres años —«mi padre no es de mis personajes favoritos», ha manifestado en alguna ocasión—. De su niñez recuerda los juegos entre los escombros (resultado de los bombardeos) y cómo las enfermedades marcaron su vida. Primero una peritonitis que a los seis años le mantuvo durante 10 semanas en estado de coma y un año en el hospital; y más tarde, una pleuresía que le devolvió al centro médico durante otros 12 meses. Las consecuencias se hicieron más que palpables en su educación. Empezó a leer con nueve años y siempre iba por detrás de sus compañeros, lo que provocó en él un desasosiego y un odio visceral hacia la escuela y todo lo que tenía que ver con ella.
Su afición por la música siempre estuvo ahí —camino a su colegio había una tienda de instrumentos donde se paraba una y otra vez para observar la batería—, pero fue su padrastro quien contribuyó a aumentar esa pasión. Comenzó a tocar el tambor durante una de sus estancias en el hospital, no sabía por qué, pero no podía evitar sentirse atraído por este instrumento. Ringo es zurdo pero toca una batería para diestros. Algo que ha hecho que sus ritmos y estilo se desmarquen de todos los demás, llegando a influir en percusionistas del calado de Phil Collins y Dave Grohl, de Nirvana. Fue a los 19 años cuando decidió dedicarse profesionalmente al que hasta ahora sólo había sido un 'hobby' formando parte de un grupo de skiffe —compaginaba su trabajo como mecánico de día y las actuaciones de noche—. Tiempo después, Richard Starkey se pasaba al rock junto a Rory and the Hurricanes y nacía Ringo Starr (se hizo llamar así por la cantidad de anillos que llevaba, 'rings').
Y después llegaron ellos, los más grandes. Ringo los había visto actuar en varias ocasiones, incluso habían tocado juntos. Y a pesar de las reticencias de Brian Epstein y George Martin (al que Ringo confiesa haber odiado durante años), los tres genios consiguieron su propósito y lo convirtieron en el cuarto 'beatle'. Al principio la integración personal no fue fácil —John le ocultó su boda con Cynthia durante meses—, pero con el tiempo fueron los hermanos que nunca tuvo. También le resultó complicado ver cómo día a día la brillantez de sus compañeros crecía y él simplemente no podía. Intentaba componer, escribía la letra, pero en el momento que creaba la melodía, ésta ya existía. Ringo recuerda con mucho cariño el momento en el que compuso su primera canción 'Don't Pass Me By', y cuando cantó 'Good Night', de Lennon.
Uno de sus mayores bajones llegó con la grabación del 'Álbum Blanco', no pudo con la presión y abandonó el grupo alegando que ya no existía esa complicidad (los desencuentros y las luchas de egos ya estaban al orden del día). Eligió como destino Cerdeña y allí compuso su adorado 'Octupus's Garden'. La reacción de sus compañeros no se hizo esperar, mientras Paul McCartney le mandaba un telegrama que decía: «Eres el mejor batería del mundo, de verdad», George Harrison adornaba con flores el estudio para su vuelta. Todo se arregló y llegaron 'Let it Be' y 'Abbey Road' —el único álbum en el que Ringo hace un solo de batería, no sin mostrar antes su desacuerdo—. Pero la situación era insostenible, la magia había desaparecido, decían.
Músico, pintor, fotógrafo, cineasta, empresario... las facetas de Ringo se han multiplicado desde que dejó The Beatles. Siguió con su carrera en solitario, primero fue 'Sentimental Journey' (1970), después 'Ringo'(1973) —el más exitoso— y así hasta 14 discos de estudio. Pero nunca llegó a tener el éxito de Lennon, McCartney o Harrison. Casado con Barbara Bach, ha acaparado titulares por sus problemas con el alcohol y muy recientemente, por el posible derrumbe de la casa donde nació. Ahora, con los 70 a las espaldas, poco o nada queda de la frágil salud que arrastraba en su infancia. Richard Starkey sigue sobre el escenario, sigue tocando la batería, sigue siendo simplemente Ringo.
http://www.elmundo.es/beatles/the-fab-four/ringo_starr.html
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