John Lennon
Yoko Ono
Existía una gran probabilidad de que la entrevista no se
concretase nunca. Cuando comenzaron mis comunicaciones
con la organización Lennon-Ono, uno de los colaboradores de
Ono me llamó por teléfono y me preguntó con toda seriedad:
"¿A qué signo pertenece?". Al parecer la entrevista dependía
mucho de la interpretación de mi horóscopo por parte de
Yoko, así como muchas de las decisiones de negocios de
Lennon son, según se afirma, dictadas por los astros. Me
imaginé entonces explicando a mi director en Playboy. "Lo
lamento, pero mi luna está en Escorpio. No habrá entrevista".
Era evidente que la cosa no estaba en mis manos.
Proporcioné el dato pedido: 23 de diciembre, 3 de la
madrugada, Boston.
Gracias a mi buena estrella, recibí el llamado y la
entrevista quedó concertada en forma condicional. Y muy
pronto me encontré en Nueva York, atravesando los
numerosos portones y puntos de control de seguridad de la
sede de Lennon, el famoso edificio Dakota, sobre Central Park
West, donde reside la pareja y donde Yoko Ono concede audiencia
desde las 8 de la mañana todos los días.
Ono es una de las mujeres menos comprendidas por el
público. Su imagen misteriosa se basa en versiones, algunas
verídicas, y otras deformadas, de su filosofía y de sus
declaraciones, así como el hecho de que no sonríe nunca. Se
basa asimismo, quizá injustamente, en el resentimiento de
quienes ven en ella a la hechicera y la Svengalí que controla
la existencia misma de John Lennon. Esta imagen ha
perdurado a través de los años desde que ella y John Lennon
se conocieron, en primer lugar porque nunca se preocupó por
cambiarla, ni tampoco por sonreír.
Entre las interrupciones de sus dos colaboradores,
dedicados a filtrar el torrente ininterrumpido de llamados
telefónicos, Yoko me inspeccionó. Por fin me dijo que las
estrellas habían dicho, en verdad, que estaba todo bien, muy
bien, realmente. ¿Quién era yo para discutirlo? Al día
siguiente me encontré sentado frente a John Lennon, con dos
tazas da capuchino entre ambos.
-¿Qué has estado haciendo?
-Amasando pan y cuidando a nuestro hijito.
-¿Con qué clase de proyectos escondidos?
-Eso es igual a lo que me ha preguntado todo el mundo
en los últimos años: "Pero, ¿qué más has estado haciendo?".
A lo cual respondo: "¿Hablas en serio?". Porque hacer pan y
cuidar bebés, como toda mujer sabe, es un trabajo full-time.
Después de haber hecho panes me sentí como si hubiese
conquistado algo. Pero cuando vi cómo comían el pan, pensé:
"¡Vaya! ¿No van a darme un disco de oro, o un título, o
algo?".
-¿Qué te hizo volverte un marido casero?
-Muchos motivos. Siempre viví bajo la obligación del
contrato, desde los veintidós años hasta bien cumplidos los
treinta. Después de tantos años, no conocía otra cosa. No era
libre. Estaba enjaulado. Mi contrato era la manifestación física
de estar prisionero.
Era más importante encararme a mí
mismo y enfrentar esa realidad que continuar con mi vida de
rock'n'roll y subir y bajar con la corriente caprichosa de la
propia actuación o de la opinión que tiene de uno el público.
El rock'n'roll dejó de ser divertido. Decidí no aceptar las
opciones habituales en mi profesión: ir a Las Vegas a cantar
los grandes éxitos, si uno tiene suerte, o bien irse al diablo,
como se fue Elvis (...) sacar discos, uno tras otro porque es lo
que esperan de uno, como tanta gente que saca un álbum
cada seis meses porque se supone que tiene que sacarlo.
-¿Te refieres a Paul McCartney?
-No solamente a Paul.
-La mayoría habría continuado sacando el
producto. ¿Cómo pudiste hallar la alternativa?
-La mayoría no vive junto a Yoko Ono.
-¿Lo cual quiere decir...?
-Que la mayoría de la gente no tiene una compañera que
le diga la verdad y se niegue a vivir junto a un artista de
pacotilla, creador de basura, que lo sé hacer muy bien. Soy
capaz de crearla y de hacer que la creen todos a mi
alrededor. Yoko: esa es mi respuesta.
-¿Qué hizo por ti?
-Ella me mostró la posibilidad de la alternativa. "No
tienes que hacer esto." "¿No? Realmente... pero... pero..."
Claro, las cosas no eran tan sencillas y no capté el mensaje
de la noche a la mañana. Fue necesario repetirlo mucho.
Alejarse es mucho más difícil que seguir. Yo hice las dos
cosas. Obedecer la demanda y obedecer el horario. Había
sacado discos desde 1962 hasta 1975. Alejarse era como lo
que hacen los viejos a los sesenta y cinco años, cuando de
pronto se supone que no existen ya y se los echa del trabajo
(golpea tres veces el escritorio i "Terminó tu vida. Llegó la
hora de jugar al golf". (...)
Lo hice, y cuando me dedicaba a
limpiar la suciedad del gato y a alimentar a Sean, ella se
sentaba en cuartos llenos de humo con hombres vestidos con
trajes cuyas chaquetas no conseguían abotonar.
Ono: -Yo me ocupaba de los negocios, de Apple, Maclen
(la compañía grabadora de discos de los Beatles y la
compañía de publicaciones musicales, respectivamente), y de
las nuevas inversiones.
-El único de nosotros dos que tiene el talento y la
capacidad para manejar las cosas en ese nivel es Yoko.
-¿Tenias experiencia en el manejo de una empresa
de ese nivel?
Ono: -Aprendí. La ley ha dejado de ser un misterio para
mí. Los políticos tampoco son un misterio. No me asusta ya lo
que llaman establishment. Al principio, mi propio abogado y
mi propio contador no podían aceptar el hecho de que yo les
indicase qué tenían que hacer. Hablaban siempre de "pero
usted no entiende nada de cuestiones legales. No puedo
hablar con usted". Yo les decía: "Muy bien, hable de manera
que yo pueda comprender. Yo también soy miembro del directorio".
-No lo soportan. Pero tienen que soportarlo, porque es
ella quien nos representa (ríe).
Son típicos machistas, grandes
y gordos, llenos de cocteles de vodka para el almuerzo,
machistas que hablan a gritos, como perros amaestrados,
adiestrados para atacar todo el tiempo. (...)
-¿Qué hay de esa afirmación de que John Lennon
está bajo el hechizo y el control de Yoko?
-Es un disparate. Soy incontrolable (...).
-Comencemos por el principio. Cuéntanos la
historia de cómo se conocieron el maravilloso príncipe
místico y la exótica dama del dragón.
-Fue en 1966, en Inglaterra. Me habían hablado de ese
"gran éxito", de esa artista japonesa de avanzada que llegaba
de los Estados Unidos. Estaba paseando por la galería cuando
vi una escalera, subí por ella y miré por un catalejo que había
arriba de la escalera... uno se siente un tonto, pero el caso es
que miré y decía solamente "Si"'. Ahora bien, en esa época
todo lo de avanzada consistía en romper el piano con un
martillo y la escultura a golpes, y todo era anti, anti, anti,
anti, anti. Todo era un montón de basura negativa. Y sólo ese
"Sí" me llevó a quedarme en esa muestra llena de manzanas
y clavos. Había un cartel que decía: "Clava este clavo".
Entonces pregunté: "¿En serio puedo clavarlo?". Pero Yoko me
dijo que no, porque la muestra no comenzaba hasta el día
siguiente. Entonces se acercó el patrón y le susurró: "Déjalo
clavarlo.
No sé si sabes que es millonario. Quizá lo compre". Y
entonces hubo una breve conversación entre ellos y por fin
Yoko me dijo: "Bien, puedes clavar un clavo por cinco
chelines". Y entonces el patrón, muy listo, dice: "Bien, yo te
daré cinco chelines imaginarios para que claves un clavo
imaginario". Y fue así como nos conocimos, cuando nuestras
miradas se cruzaron y a ella le pasó y a mí me pasó.
-¿Tuvo algo que ver tu encuentro con Yoko con tu
abandono de los Beatles?
-Hacía tiempo ya que tenía ganas de alejarme, pero
cuando conocí a Yoko fue como cuando conoces a tu primera
mujer. Dejas a los amigos en el bar. Dejas de jugar al fútbol.
Dejas de jugar al billar y hacer carambolas. Puede ser que
algunos sigan haciéndolo los viernes por la noche, por
ejemplo, pero una vez que encontré a la mujer, los muchachos
perdieron todo interés para mí, salvo el de ser viejos
compañeros de escuela.
"Las campanas de boda separan a
esa vieja pandilla mía." Nos casamos tres años más tarde, en
1969. Fue el fin de los muchachos. Y dio la casualidad de que
los muchachos fuesen gente famosa y no simplemente los
chicos junto al bar. Todos se afligieron tanto... Y nos arrojaron
bastantes porquerías. Bastantes cosas odiosas.
Ono: -Aún ahora acabo de leer que Paul dijo:
"Comprendo que quiera estar con ella, pero ¿por qué tiene
que estar con ella todo el tiempo?".
-Yoko, ¿sigues empeñada en arrastrar esa cruz?
Eso sucedió hace años.
Ono: -No, no, no. Lo dijo hace poco tiempo. Lo que
quiero decir es que decidí, más o menos, acostarme con ese
tipo que me gustaba y de pronto, al día siguiente, me
encontré con esos tres suegros parados allí.
-Siempre pensé que había ese sentimiento subyacente
en el tema de Paul, "Get back", Vuelve. Cuándo estábamos
grabándolo en el estudio, cada vez que cantaba el verso
"Vuelve a donde perteneciste una vez", miraba a Yoko.
-¿En serio?
-En serio. Pero tal vez él diga que tengo delirio de
persecución.
-Quizá sea el momento de hablar de esos
"suegros", como los llamó Yoko. John, te lo han
preguntado mil veces, pero ¿por qué es tan
inconcebible que los Beatles puedan volver a
integrarse para hacer música?
-¿A ti te gustaría volver a la escuela secundada? ¿Por
qué habría yo de retroceder diez años para crear una ilusión
para ti que yo sé que no existe? No puede existir. (...) ¿No
deberían haber seguido juntos Dean Martin y Jerry Lewis, sólo
porque a mí me gustaba verlos juntos? ¿Qué es ese juego de
hacer cosas porque otros lo desean? La idea detrás de los
Beatles era hacer lo que ustedes querían, ¿no? Cargar con las
responsabilidades de ustedes.
-Bien, pero volvamos a la música misma. ¿No
estas de acuerdo en que los Beatles crearon la mejor
música rock'n'roll que se haya conocido?
-No, no estoy de acuerdo. Te diré... los Beatles... estoy
demasiado mezclado con ellos en el sentido artístico. No
puedo verlos en forma objetiva. Estoy insatisfecho con todos
nuestros discos, todos los que hicimos como Beatles. No hay
ni uno solo que no querría grabar otra vez, de todos los discos
de los Beatles, y todos los míos individuales, también. No
puedo entonces hacer un juicio de lo que son los Beatles.
Pero cuando era uno de ellos, los consideraba el mejor grupo
de todo el mundo. Y haber creído tal cosa es lo que nos hizo
lo que fuimos, lo llamemos el mejor grupo de rock'n'roll o el
mejor de pop, o lo que sea. Pero vuelvo a tu pregunta sobre
los Beatles y su música: la respuesta es que creamos algunas
cosas buenas y otras malas.
-Aparte de los millones que les han ofrecido por
un concierto del grupo, ¿qué pensaste de la generosa
oferta de Lome Michaels de tres mil doscientos dólares
por aparecer juntos en Saturday Night Live hace pocos
años?
-Ah, sí. Paul y yo estábamos juntos mirando ese
programa. El había venido a visitarnos a nuestra casa en el
Dakota. Estábamos mirándolo y en un momento estuvimos
tentados de ir al estudio, para divertirnos, íbamos a tomar un
taxi, pero la verdad es que estábamos demasiado cansados.
-¿Cómo ocurrió que tú y Paul estuviesen mirando
televisión juntos?
-Era la época en que Paul aparecía muy seguido en la
puerta de casa con su guitarra. Yo lo recibía, pero por fin debí
decirle: "Por favor, llama antes de venir. No estamos en 1956
y aparecer en la puerta sin avisar no es ya lo mismo.
Llámame por teléfono, ¿quieres?". A Paul le dolió esto, pero
no se lo dije con mala intención. Lo único que quise significar
fue que yo tenía que cuidar a mi hijo todo el día y que cuando
un tipo aparece en la puerta sin avisar...
-¿Fue la última vez que viste a Paul? Siempre hay
muchas conjeturas en cuanto a si los "Cuatro Famosos"
eran enemigos acérrimos o bien íntimos amigos.
-No somos ni una cosa ni la otra. No sé cuánto tiempo
hace que no veo a ninguno de los Beatles. Ya no sigo el
trabajo de ellos. Me importa un rábano lo que hacen en el
último álbum de Paul, de George, ni lo que hace Ringo. No me
interesa, como no me interesa lo que hacen Elton John o Bob
Dylan. No es crueldad, sino sólo que estoy demasiado
ocupado viviendo mi propia vida para seguir lo que hacen los
demás, sean los Beatles o bien gente con quien fui a la
escuela o gente con quien tuve relaciones estrechas antes de
conocer a los Beatles.
-Entonces hablemos del trabajo que hicieron
juntos. ¿Dijiste alguna vez que escribían la mayoría de
los temas separado de Paul, a pesar de firmarlas
ambos?
-La verdad es que era mentira (ríe). Dije eso cuando
estaba resentido, cuando consideraba que todo lo hacíamos
por separado. Pero en realidad muchas de las canciones
fueron escritas por los dos, trabajando codo a codo. Nos
comunicábamos lo suficiente, y más tarde fue por ese motivo
que sentí rencor por todo ese material. Ahora me doy cuenta
de que se trataba del mismo juego competitivo de siempre.
-Pero el juego competitivo te hacía mucho bien,
¿no?
-Al principio sí. Hacíamos un disco en doce horas, o algo
por el estilo. Pedían un simple cada tres meses y teníamos
que crearlo en un cuarto de hotel o en un ómnibus. Así el
trabajo en colaboración era funcional, además de musical.
-Una pequeña digresión, pero mientras estamos
en este tema de las letras y tu resentimiento con PauL
¿qué te hizo escribir "How do you sleep"?
Son palabras
tales como "Los maricas tenían razón cuando decían
que estabas muerto" y "Lo único que hiciste fue ayer /
y desde que te fuiste, no eres mas que un día
cualquiera".
-(Sonríe) En realidad no me sentía tan lleno de rabia en
ese momento. Pero utilicé mi resentimiento con Paul para
crear un tema, por así decir.
El vio que se refería
concretamente a él y el público lo persiguió a causa de esa
canción. Aunque debo decirte que en su propio álbum,
publicado antes que mi canción, hay unas cuantas patadas
para mí. Las da con tanto disimulo que la gente no reparó en
ellas, pero yo sí. Y entonces pensé: "La verdad es que yo no
disimulo nunca, sino que digo ni más ni menos lo que quiero
decir". El hizo cosas a su manera y yo a la mía. Pero en
cuanto a las palabras que citaste, creo que como creador Paul
murió, es cierto sentido.
-Pasemos a Ringo. ¿Qué opinas de él desde el
punto de vista musical?
-Ringo era una estrella por derecho propio en Liverpool
aun antes de que nos conociéramos. El talento de Ringo se
habría expresado de una manera u otra y en cualquier
situación, con los Beatles o sin ellos. Ringo es un baterista
extraordinario. Técnicamente, no es bueno, pero creo que se
subestima la ejecución de Ringo, como se subestima la
ejecución de Paul en el bajo. Paul fue unos de los bajistas más
originales de todos los tiempos. Y la mitad de lo que se oye
hoy proviene directamente de su período con los Beatles.
En
todos los demás aspectos de su vida es un ególatra, pero en
cuanto a su ejecución en el bajo, Paul siempre se mostró
bastante modesto. Creo que Paul y Ringo pueden ocupar su
lugar entre los mejores artistas de rock. No son grandes
técnicos... ninguno de nosotros tiene mucha técnica musical.
Ninguno de nosotros sabía leer música. Ninguno de nosotros
sabía escribirla. Pero como músicos puros, como seres
humanos con inspiración para hacer el ruido necesario, somos
tan buenos como el mejor.
-No hablaste mucho de George hasta ahora.
-Sinceramente me dolió mucho su libro I, Me, Mine.
Mediante la omisión más flagrante implica que mi influencia
en su vida es absolutamente cero, nada. En ese libro, que
según se supone trata de la claridad de su visión que
influenciaba cada tema que escribía, recuerda a cada uno de
los saxofonistas o guitarristas insignificantes que conoció en
los años subsiguientes, pero yo no aparezco para nada. Es
una relación de odio y de amor y creo que George sigue
sintiendo rencor hacia mí por haber sido yo el papá que dejó
el hogar. El no lo admitiría, pero es lo que yo siento. Yo me
sentí dolido. Me borró, sencillamente, como si no existiera. No
quiero ser egocéntrico pero él fue una especie de discípulo
mío cuando comenzamos. Pero no me interpreten mal. Sigo
queriendo a esos muchachos. Los Beatles terminaron, pero
John, Paul, George y Ringo todavía viven.
-Para terminar con tu "tema predilecto", ¿qué
opinas de la sugerencia de que los cuatro deberían
dejar a un lado sus sentimientos personales y
reagruparse para ofrecer un concierto gigantesco con
fines de caridad, una especie de beneficio gigante?
-No quiero saber nada con beneficios. Siempre son una
estafa. No actúo por lucro personal desde 1966, cuando se
presentaron los Beatles por última vez. Cada concierto desde
entonces fue ofrecido por Yoko y por mí para distintas obras
de caridad, con la excepción de una función en Toronto que
fue un reencuentro de rock'n'roll. Todas esas funciones fueron
un desastre o bien una estafa. Por eso ahora damos dinero a
quienes queremos. ¿Sabes lo que es el diezmo?
-Sí, dar un porcentaje fijo de tus ingresos.
-Exactamente. Es lo que pienso hacer, pero en forma
privada. No pienso caer en el negocio de salvar al mundo en
público. La función es siempre un desastre y el artista
siempre queda mal. (...)
A todos los que lean esto, que no me
hagan llegar esas tonterías de "venga a salvar a los indios y a
salvar a los negros y a salvar a los veteranos de guerra".
Cuando yo quiera salvar a cualquiera lo ayudaré.
-Hablando del tema de tu riqueza personal, el New
York Post dijo hace poco que admitías tener unos
ciento cincuenta millones de dólares y que...
-... Muy bien, somos ricos. ¿Y qué?
-La pregunta es la siguiente. ¿Cómo se concilia
esto con tu filosofía política? Se supone que eres
socialista, ¿no?
-En Inglaterra es posible ser sólo dos cosas,
fundamentalmente. O estamos con el movimiento laborista o
estamos con el capitalista. Yo era un socialista instintivo. Eso
quería decir que yo creía que a la gente hay que pagarle la
dentadura postiza y la salud y demás. Pero aparte de eso, yo
trabajé por dinero y quería ser rico. Entonces, qué diablos... si
es una paradoja, diré que soy un socialista. Pero la verdad es
que no soy nada. Lo que sentía antes era culpabilidad por
tener dinero. Es por eso que lo perdía, regalándolo o
permitiendo que me estafasen mis llamados agentes.
-Sea cual fuere tu posición política, has jugado
muy bien tu papel de capitalista, convirtiendo tus
ganancias de los Beatles en bienes inmuebles,
ganado... ¿Para qué puede necesitar alguien ciento
cincuenta millones de dólares? ¿No estarías
perfectamente conforme con cien millones? ¿O con un
millón?
-¿Qué propones que hagamos? ¿Regalar todo y pedir
limosna en la calle? El budismo dice: "Deshazte de todas las
posesiones de la mente". Alejarse de todo ese dinero no
tendría tal resultado. Es como los Beatles. No podría alejarme
de los Beatles. Es algo que sigue pisándome los talones, ¿no?
Si me alejo de una casa, o bien de cuatrocientas casas, no
voy a escapar.
-¿Cómo vas a escapar?
-Lleva tiempo desprenderse de toda esa basura que
llevo conmigo y que ha influenciado mi manera de vivir. Tuvo
mucho que ver con Yoko, pero mentalmente me llevó estos
últimos años de lucha. Aprendí todo de ella.
-Lo que dices suena como una relación de maestra
y alumno.
-Es una relación de maestra y alumno.
-Yoko, ¿cómo te sientes por ser la maestra de
John?
Ono: -John había tenido una extensa experiencia antes
de que nos conociéramos, el tipo de experiencia desconocido
para mí, de modo que yo también aprendí mucho de él. La
influencia es mutua. Es posible que yo tenga fuerza, una
fuerza femenina. Las mujeres la desarrollan... en una
relación, creo que las mujeres tienen en realidad la sabiduría
interior y que encierran esto mientras que los hombres tienen
una especie de sabiduría para encarar a la sociedad, ya que
ellos la crearon. Los hombres nunca desarrollaron esta
sabiduría interior. Nunca tuvieron tiempo para desarrollarla.
Así la mayoría de los hombres se apoyan realmente en la
sabiduría interior de las mujeres, lo expresen o no.
-¿En qué sentido te ha enseñado Yoko?
-Cuando dijo: "¡Vete! Porque no logras entenderlo"...
diría que fue como si me mandasen al desierto. Y la razón por
la que no me dejaba volver era que yo no estaba listo todavía
para hacerlo. Tenía que arreglar cosas en mi interior. Cuado
estuve listo para volver, ella me aceptó. Y es con eso que
estoy viviendo ahora.
-Te refieres a la separación entre ustedes.
-Sí. Nos separamos en los primeros años del '70. Yoko
me expulsó. De repente me encontré a la deriva, solo en una
balsa en el universo. Al principio pensé: "¡Hurra! ¡Hurra!
¡Vuelta a la vida de soltero!”. Pero un día me desperté y
pensé: "¿Qué es esto? Quiero volver a casa!". Pero ella no me
dejaba volver. Todo el tiempo hablábamos por teléfono y yo
le decía: "No me gusta nada esto. Estoy lleno de dificultades.
Por favor, déjame volver a casa". Y ella decía: "'No estás listo
para volver". Y entonces, ¿qué hacía yo? Vuelta a empinar el
codo. Sólo quería ahogar en alcohol lo que sentía. Estaba
enloquecido. Fue el famoso fin de semana perdido, pero duró
dieciocho meses. Nunca bebí tanto en mi vida. Traté de
ahogarme en alcohol y llegué a estar entre los más grandes
bebedores de mi profesión. Me avergüenza pensar en esa
época, porque actué como un gran tonto... pero
probablemente haya sido una buena lección para mí.
-¿Por qué lo expulsaste a John, Yoko?
Ono: -Hubo muchas cosas. Soy el tipo de mujer al que le
gusta "avanzar". Es por ese motivo que soy una de las pocas
que sobreviven como mujer, ¿sabes? Las mujeres tienden a
meterse más en los hombres, en general, pero yo no era...
-Yoko ve a los hombres como asistentes... Con diversos
grados de intimidad, pero fundamentalmente, asistentes. Y
este asistente se va a hacer pis (sale).
Ono: -No hay comentario. Pero cuando yo conocí a John,
las mujeres eran para él básicamente gente que lo rodeaba
para servirlo. Tuvo que abrirse y encararse conmigo... Y yo
tuve que ver lo que estaba viviendo. Pero... pensé entonces
que yo tenía que seguir mi camino, porque estar junto a John
me hacía sufrir.
-¿Por qué?
Ono: -La presión del público, ser la culpable de la
separación de los Beatles, la que hacía imposible que ellos
volviesen a formar el grupo. Mi actividad en arte también se
perjudicó. Pensé que me gustaría liberarme de ser la señora
de Lennon y pensé luego que sería una buena idea que John
se fuese a Los Ángeles y me dejase tranquila un tiempo.
Hacía años que soportaba la situación. Desde el principio,
cuando John pertenecía aún a los Beatles, nos alojábamos en
un cuarto de hotel y teníamos la puerta cerrada y demás,
pero nos olvidábamos de cerrarla con llave y solían entrar
algunos de los colaboradores de los Beatles y se ponían a
conversar con él como si yo no estuviese allí. Me volvía loca.
Era invisible. La gente que rodeaba a John me veía como una
gran amenaza. Quiero decir que hasta oí algo sobre planes de
matarme. Los Beatles, no, pero la gente que los rodeaba.
-¿Cómo te afectaron esos rumores?
Ono: -La sociedad no comprende que también es
posible para una mujer sentirse castrada. Yo me sentía
castrada. Antes me iba a las mil maravillas. Mis obras no se
vendían mucho, quizá; quizás era más pobre pero tenía mi
orgullo. Y lo más humillante fue que me viesen como un
parásito. (...) Yo siempre había sido más macho que muchos
de los hombres con quienes estaba, en cierto sentido.
Siempre había sido quien ganaba el pan, porque siempre
quise tener la libertad y el dominio. Inesperadamente me
encuentro junto a alguien con cuyas ganancias no puedo
competir en absoluto. Por fin no pude soportarlo... o bien
decidí no soportarlo más tiempo. Habría tenido la misma
dificultad aun si no me hubiese visto enredada con... con...
-John... me llamo John.
Ono: -Con John. Pero John no era simplemente John. Era
además su grupo y todos los que lo rodeaban...
-¿Cómo volvieron a juntarse por fin?
Ono: -Poco a poco llegué a descubrir que la dificultad no
estaba en John, ni mucho menos. John es un hombre
extraordinario. Era la sociedad lo que se había vuelto
demasiado para él. Hoy nos reímos al recordarlo, pero
comenzamos a salir juntos otra vez. Yo quería estar segura.
Debo dar gracias por la inteligencia de John...Me hizo bien
meterme en el negocio y recuperar mi amor propio y el
orgullo de mi propia capacidad.
Y me hizo bien que
necesitara él esta reversión de papeles que le hizo tanto bien.
-Y aprendimos que es mucho mejor para la familia que
los dos estemos trabajando para ella. Yoko ocupándose de las
finanzas y yo siendo madre mujer. Hicimos un
reordenamiento de prioridades. La número uno es Yoko y la
familia. Todo el resto gira alrededor de esta prioridad.
-¿Cómo marcharon las cosas desde que tomaron
esa decisión?
-Volvimos a unirnos, decidimos que esta era nuestra
vida, que tener un hijo era importante para nosotros y que
todo lo demás era secundario. Trabajamos mucho para tener
ese hijo. Pasamos por experiencias infernales para tener ese
hijo, abortos espontáneos y otros problemas, es realmente lo
que llaman "el hijo del amor". Los médicos nos dijeron que
nunca podríamos tener un hijo... Nos dijeron que mi esperma
no era normal, que había hecho tanto abuso de mi cuerpo en
mi juventud que no había ninguna probabilidad. Yoko tenía 43
años, había tenido demasiados abortos y cuando era joven,
como no había píldoras, muchos abortos y pérdidas. Debe
tener la barriga como los Kew Gardens en Londres. No había
caso.
Pero un chino de San Francisco, especialista en
acupuntura, nos dijo: "Pórtense bien. Nada de droga: coman
bien, nada de bebida. Tendrán un hijo en dieciocho meses". Y
nosotros le dijimos: "Pero los médicos ingleses dijeron que...".
Y él replicó: "Olviden lo que dijeron. Ustedes tendrán chico". Y
tuvimos a Sean y le mandamos una fotografía de él poco
antes de que muriera el médico chino, que en paz descanse.
-Ahora que Sean tiene cerca de cinco años, ¿tiene
conciencia del hecho de que su padre fue un beatle?
-No le había dicho nada. Sean vio A Yelow Submaríne, de
modo que tuve que explicarle qué hacía esa caricatura mía en
una película. Diré aquí que Sean no va a la escuela.
Consideramos que puede aprender a leer y a escribir y sumar
cuando quiera... o cuando la ley diga que tiene que
aprenderlo. No pienso oponerme. Pero de otro modo, no hay
razón para que deba aprender a sentarse inmóvil, no veo
ninguna razón para ello. Sean tiene ahora bastante compañía
de otros chicos, que según todo el mundo tiene importancia,
pero también está junto a adultos.
Está adaptado a las dos
cosas. La razón por la cual los chicos se enloquecen es que
nadie es capaz de afrontar la responsabilidad de criarlos.
Todo el mundo tiene demasiado miedo para estar con los
chicos todo el tiempo, y por eso los rechazamos y los
alejamos de nosotros y los torturamos. Los que sobreviven
son los conformistas -les achican el cuerpo para que quepa
dentro del molde-, los chicos que llamamos "buenos". Los que
no caen dentro del rótulo van a parar a los manicomios o se
vuelven artistas.
-Tu hijo Julián: el de tu primer matrimonio, debe
ser un adolescente. ¿Lo has visto a través de los años?
-A Cyn le dieron la custodia. Yo tengo derecho a verlo
durante las vacaciones y demás, y por lo menos la línea de
comunicación está abierta. No es la mejor de las relaciones
entre padre e hijo, pero hay una relación. Tiene diecisiete
años. Julián y yo tendremos una relación mejor en el futuro.
Con el correr de los años ha llegado a comprender la imagen
de los Beatles y también la que puede haberle dado su
madre, consciente o inconscientemente. En este momento le
interesan las chicas y las motocicletas. Yo soy una especie de
figura en el cielo, pero no tiene otra alternativa que
comunicarse conmigo, aun cuando no tenga ganas.
-Muestras gran franqueza en cuanto a tus
sentimientos hacia él, al punto de referirte a Sean
como tu primer hijo. ¿Te preocupa la posibilidad de
herirlo?
-No voy a mentirle a Julián. El noventa por ciento de la
gente en este planeta, en especial en Occidente, es hijo de
una botella de whisky y de un sábado por la noche y nunca
hubo una intención de tener ese hijo. Julián está dentro de
esa mayoría, como yo y todos. Sean fue un hijo deseado y allí
está la diferencia. No quiero menos a Julián por eso. Sigue
siendo mi hijo, aunque haya partido de una botella de whisky.
O bien porque entonces no existía la píldora. Está aquí, es mi
hijo y siempre lo será.
-Yoko, tu relación con tu hija ha sido mucho más
turbulenta.
Ono: -Perdí a Kyoko cuando ella tenía cinco años. Yo era
una madre bastante original, pero nos comunicábamos muy
bien. No la cuidaba mucho, pero estaba siempre a mi lado: en
la escena o en las exposiciones de arte, o lo que fuese. No
había cumplido un año cuando la llevé a la escuela como instrumento...
un instrumento incontrolable, te diré. Mi comunicación
con ella era en el nivel de conversar y hacer
cosas. Por eso estaba más cerca de mi ex marido.
-¿Qué pasó cuando ella cumplió cinco años?
Ono: -John y yo nos unimos y me separé de mi ex
marido (Tony Cox). Y me quitó a Kyoko. Fue un caso de
secuestro por uno de los padres y nosotros tratamos de
recuperarla.
-Es el caso clásico del hombre machista. Se volvió una
situación en la que Allen Klein y yo teníamos que dominar a
Tony Cox. La actitud de Tony era: “Me quitaste a mi mujer,
pero no me quitarás a mi hija". En esta batalla se olvidó del
todo a Yoko y a la chica. Siempre me he sentido mal al
respecto. Era como esos tiroteos de película del Far West.
Cox huyó a las montañas y se escondió y yo, el "sheriff", salí
a buscarlo. Al principio obtuvimos la custodia legal. Yoko no
quería recurrir a la justicia, pero los hombres, Klein y yo,
recurrimos a ella, de todos modos.
Ono: -Sabía que llevarlos a la justicia los asustaría y
desde luego los asustó. Entonces Tony desapareció. Era muy
testarudo y estaba convencido de que los capitalistas, con su
dinero y sus abogados y sus detectives, lo estaban
persiguiendo. Eso le dio mayores fuerzas.
-Lo perseguimos por todo el mundo. Dios sabe adónde
fue. De modo que si es esto, Tony, actúa como un adulto. Ya
pasó. No queremos ya perseguirte, porque hicimos ya
bastante mal.
Ono: -También mandamos detectives detrás de Kyoko y
esto fue también bastante feo. Hubo un momento en España
en que un abogado y John llegaron a pensar que tendríamos
que secuestrarla. Y la secuestramos y volvimos a entablar
juicio de tenencia. La justicia hizo algo muy sensato. La
llevaron a solas a un cuarto y le preguntaron con quién de
nosotros debía quedarse. Claro que ella dijo que con Tony.
Había llegado a tenernos muchísimo miedo. Y ahora debe
temer que, si viene a verme, nunca volverá a ver a su padre.
-Cuando tenga más de veinte años, comprenderá que
actuamos como idiotas y que sabemos que fuimos idiotas. Tal
vez nos dé una nueva oportunidad.
Ono: (A John) –Parte de la razón por la que las cosas se
pusieron mal fue que en el caso de Kyoko eran tú y Tony
quienes negociaban. Hombres. En el caso de tu hijo Julián, el
trato fue entre mujeres... hubo más comprensión entre Cyn y
yo.
-¿Cómo lo explicas?
Ono: -Por ejemplo, hubo una fiesta de cumpleaños para
Kyoko y nos invitaron a los dos, pero John se puso muy tenso
y no fue. No quería tratar nada con Tony. Pero nos invitaron a
los dos al cumpleaños de Julián y fuimos ¡os dos.
-¡Dios, ahora sale todo a relucir!
Ono: -O como cuando me invitaron a ir sola a casa de
Tony. Yo no pude ir, pero cuando invitaron a John a casa de
Cyn, él fue.
-Una regla para los hombres, otra para las mujeres.
Ono: -Y así las cosas fueron más fáciles para Julián,
porque yo lo permití.
-Pero yo he rezado un millón de avemarías. ¿Qué diablos
más puedo hacer?
-Yoko, después de esta experiencia, ¿qué sientes
en cuanto a haber dejado a John la crianza de Sean?
Ono: -En ese aspecto mis sentimientos son muy claros.
No me siento culpable. Hago las cosas a mi manera. Puede
ser que no sea lo mismo para otras madres, pero yo hago las
cosas como puedo. En general, las madres tienen un gran
resentimiento contra sus hijos, a pesar de toda esta gran
adulación alrededor de la maternidad y de lo que piensan en
realidad las madres de sus hijos y sobre cuánto los quieren.
Quiero decir que sí, los quieren, pero no es humanamente
posible conservar las emociones que se supone que deben
tener las madres en una sociedad como esta.
Las mujeres
viven demasiado en diversas direcciones para poder
conservar sus emociones. Se les exige demasiado. Y por eso
le dije a John que yo llevo al bebé adentro durante nueve
meses y es suficiente. Tú puedes cuidarlo después. Suena
como una declaración brusca, pero realmente creo que los
niños pertenecen a la sociedad. Si una madre lleva al niño en
el vientre y luego el padre lo cría, la responsabilidad se ve
compartida.
-¿Te molestó tener que asumir tanta
responsabilidad, John?
-Te diré... a veces ella llegaba a casa y decía "estoy
cansada". Y yo le decía, un poco en broma: "¿Y cómo diablos
crees que estoy yo? ¡Estoy veinticuatro horas con el chico!
¿Crees que es fácil?". Y luego le decía: "Tendrás que
interesarte un poco más por el chico". No me importa que se
trate del padre o de la madre. Cuando hablo de granitos o de
huesos y de cuáles programas de televisión podemos dejarle
ver al chico, suelo decirle: "Oye, esto es importante.
No
quiero oír nada de tus negocios de veinte millones de dólares
esta noche" (a Yoko). Yo querría que los dos padres cuidaran
a los hijos, pero cómo hacerlo es un asunto diferente. El dicho
"Has recorrido un largo camino, muchacha", se aplica más a
mí que a ella. Como dice Harry Nilssori, "todo es lo opuesto
de lo que es", ¿no? Son los hombres que han recorrido un
largo camino desde haber contemplado, siquiera, la idea de la
igualdad. Pero aunque existe este llamado movimiento
femenino, la sociedad no hizo más que tomar un laxante,
hasta ahora, y dejar escapar sólo viento. Todavía le falta
vaciar bien las tripas. Se plantó la semilla en algún momento
hacia fines de la década del sesenta, ¿no? Pero los
verdaderos cambios están por venir aún. Soy yo quien he
recorrido mucho camino. Yo era el cerdo. Y es un alivio haber
dejado de ser un cerdo. La presión resultante de ser un cerdo
es enorme (...) ¿sabes? Yo era cruel con mis mujeres, y físicamente...
con cualquier mujer.
Golpeaba. No podía
expresarme y entonces golpeaba. Peleaba con los hombres y
golpeaba a las mujeres. Es por eso que siempre estoy
hablando de paz, ¿sabes? Todo es lo contrario. Pero creo
sinceramente en el amor y la paz. Soy un hombre violento
que aprendió a no serlo y que se arrepiente de su violencia.
Tendré que crecer mucho más todavía antes de poder admitir
en público cómo trataba a las mujeres cuando era jovencito.
No tengo la menor ambición de que me vean como a un
objeto sexual, un hombre, un cantante macho de rock'n'roll.
Hace mucho que superé todo eso. Ni siquiera me interesa
proyectar esa imagen. Por eso quiero que se sepa que sí,
cuidé a mi hijo e hice pan y fui marido casero y estoy
orgulloso de haberlo sido. Es la onda del futuro y me alegro
de estar a la cabeza de esa onda, además.
-¿En qué consistió ese famoso episodio de la
cama?
-Nuestra vida es nuestro arte. Eso fueron los períodos en
la cama. Cuando nos casamos, sabíamos que nuestra luna de
miel sería pública, de todos modos, y por eso decidimos
utilizarla para hacer una declaración. Sentados en la cama,
conversamos con los periodistas durante siete días. Fue algo
desopilante. En efecto, hicimos un aviso de publicidad en
favor de la paz en la primera plana de todos los diarios, en
lugar de hacer uno en favor de la guerra. Respondíamos a
preguntas. Un tipo repetía todo el tiempo algo de Hitler:
"¿Qué hacen contra los fascistas? ¿Cómo se puede tener paz
cuando se tiene un Hitler?". Yoko dijo: "Yo me habría
acostado con Hitler". Según dijo luego, le habrían bastado
sólo diez días en cama con Hitler. A la gente le gustó ese
comentario.
Ono: -Lo dije en broma, desde luego. Pero ¡o importante
es que no vamos a cambiar el mundo peleando. Quizá fui un
poco ingenua con esto sobre Hitler. Después de todo, para
John Lennon necesité trece años (ríe).
-John, ¿qué opinas de las ondas musicales más
nuevas?
-Me encanta algún material punk. Es puro. Pero no me
enloquece, en cambio, la gente que se destruye a sí misma.
-No estás de acuerdo con las palabras de Neil
Young en "Rust never sleeps": "Es mejor quemarse que
marchitarse".
-Las detesto. Es mejor marchitarse poco a poco como un
viejo soldado que quemarse. No aprecio esa veneración por el
difunto Sid Vicious o el difunto James Dean o el difunto John
Wayne. Es todo lo mismo. Hacer un héroe de Sid Vicious, o de
Jim Morrison... para mí eso es una basura. Yo venero a la
gente que sobrevive. Me quedo con los vivos y con los sanos.
-Ahora la pregunta inevitable, John. ¿Escuchas tus
propias grabaciones?
-Las mías menos que menos, ¿hablas en serio? Por
placer, no las escucharía jamás. Cuando las oigo, pienso sólo
en la sesión de grabado, como un actor que se contempla en
una vieja película. Cuando oigo una canción, recuerdo al
estudio de Abbey Road, la sesión, quién peleaba con quién,
dónde estaba yo sentado, golpeando la pandereta en un rincón...
-Se hacen oír tus temas mucho más que los de
otros autores. ¿Qué sensación te da?
-Siempre me siento contento y orgulloso de que toquen
mis canciones. Me da placer que lo intenten, siquiera, porque
muchas no son fáciles de ejecutar. Cuando voy a
restaurantes, los grupos siempre tocan "Yesterday". Hasta
firmé el violín con un tipo en España cuando tocó "Yesterday".
¡No podía comprender que yo no la había compuesto, que es
de Paul!
-¿Qué sensación te da haber influenciado en tanta
gente?
-En realidad no fui yo, ni ninguno de nosotros. Fue la
época. Me sucedió a mí con el rock and roll en la década del
cincuenta. No tenía la menor idea de hacer música como
medio de vida hasta que me golpeó el rock and roll.
-¿Recuerdas qué te golpeó específicamente?
-Creo que fue "Rock around the clock". Me gustaba Bill
Haley, pero no me enloquecía. No fue hasta "Heartbreak
Hotel" que realmente me hundí en esa música.
Ono: -Estoy segura de que hay mucha gente cuya vida
fue afectada porque oyó música india, o Mozart, o Bach. Más
que nada, fue el momento y el lugar en que surgieron los
Beatles.
-Como base de nuestro diálogo, aceptemos que
ningún artista o grupo de artistas contemporáneos ha
conmovido a la gente hasta el punto en el que lo
hicieron los Beatles.
-Cualesquiera que fuesen los vientos que soplaban en
esa época, soplaban para los Beatles también. No digo que
fuésemos las banderas desplegadas en los topes de mástil del
barco, pero el barco entero se agitaba. Quizá los Beatles
estaban en el puesto de vigía, gritando "¡Tierra!" o algo así,
pero todos estábamos en el mismo barco... (en voz baja): esta
charla sobre los Beatles me aburre hasta la muerte. Vamos a
la lámina desplegable de tu revista (se refiere a los celebres
posters nudistas de Playboy)... Mira, sintonizábamos el
mensaje. Eso es todo. No pretendo menoscabar a los Beatles
cuando digo que no eran esto, o eran lo otro. Sólo trato de no
exagerar su importancia como algo separado de la sociedad.
Y no creo que fuesen más importantes que Glenn Miller o
Woody Herman o Bessie Smith. Fue nuestra generación, nada
más. Fue la música del sesenta.
-¿Qué tienes que decir a los que insisten en que
todo el rock desde los Beatles no es más que nuevas
versiones de los viejos Beatles?
-Toda la música es una nueva versión de lo viejo. Hay
muy pocas notas nuevas. Son sólo variaciones sobre un
mismo tema. Trata de decirles a los chicos del setenta que
gritaban al oír a los Bee Gees que su música era un recocido
de los Beatles. Los Bee Gees no tienen nada de malo.
Son
excelentes. No habrá otra cosa que ellos.
-Pero por lo menos, ¿no era buena parte de la
música de los Beatles algo mucho más inteligente?
-Los Beatles eran un poco más intelectuales y por ello
tenían eco también en ese nivel. Pero la atracción
fundamental de los Beatles no era su inteligencia, sino su
música. Fue sólo cuando alguien en el Times de Londres dijo
que había cadencias griegas en "It won't belong" que la clase
media comenzó a escucharnos... porque alguien nos puso un
rótulo.
-¿Incluyeron cadencias griegas en "It won't
belong"?
-Hasta el día de hoy no tengo la menor idea de dónde
queda Eolia. Suena como pájaros exóticos.
-¿Te molestó cuando las interpretaciones de tus
canciones resultaron destructivas, como cuando
Charles Manson sostuvo que tus letras eran mensajes
para el?
-Eso no tiene nada que ver conmigo. Es como ese
individuo, "hijo de Sam", que mantenía conversaciones con el
perro. Manson fue una versión extrema de la gente que sacó
a relucirr el asunto de "Paul ha muerto" o que decidió que las
iniciales de "Lucy in the Sky with Diamonds" eran las LSD y
llegó a la conclusión de que yo hablaba de ácido lisérgico.
-¿Qué origen tenía "Lucy in the Sky..."?
-Mi hijo Julián llegó un día con un dibujo que había
pintado de una amiga de la escuela llamada Lucy. Había
incluido unas estrellas en el cielo y llamaba a la imagen "Lucy
in the Sky with Diamons”. Bien simple.
-¿Y las otras imágenes del tema no se inspiraban
en la droga?
-Las imágenes provenían de Alicia en el País de las
Maravillas. Era Alicia en el bote. Está comprando un huevo y
resultó ser Humpty Dumpty. La mujer que atiende el
comercio se transforma en una oveja y al minuto siguiente se
encuentran remando en un bote en algún lugar y lo que yo
visualicé fue eso. Hay también la imagen de la mujer que un
día vendría a salvarme, "la mujer con ojos de caleidoscopio"
que vendría del cielo. Resultó ser Yoko, a pesar de que yo no
la conocía entonces. Tendría que llamarse el tema, entonces,
"Yoko in the Sky with Diamonds".
-Sobre tu niñez...
-Cuando era niño era miedoso, porque no tenía a nadie
con quien establecer un lazo. Ni mi tía ni mis amigos ni nadie
comprendían nunca lo que yo hacía. Me daba mucho, mucho
miedo y el único contacto que tenía fuera de mí era a través
de la lectura de Oscar Wilde, o Dylan Thomas, o Vincent Van
Gogh... todos esos libros que tenía mi tía y que hablaban del
sufrimiento de estos tipos por las visiones que tenían. A causa
de lo que veían, los torturó la sociedad, por tratar de expresar
lo que eran. Yo veía la soledad.
-¿Encontraste a otros con quien compartir tus
visiones?
-Sólo gente muerta, en los libros. Lewis Carroll, ciertos
cuadros. El surrealismo tuvo un fuerte efecto sobre mí,
porque comprendí que mis imágenes y mis ideas no eran las
de un loco, que si todo aquello era demencial, yo pertenecía a
un club muy especial de gente que ve el mundo en esos
términos. Para mí el surrealismo es una realidad. Las visiones
psíquicas son una realidad. Aun cuando era niño lo eran.
Cuando me miraba en el espejo a los doce o trece años,
literalmente caía en un trance alfa. No sabía entonces cómo
se llamaba. Años más tarde descubrí que estos estados
tienen un nombre. Pero yo me encontraba viendo imágenes
alucinantes en que la cara me cambiaba y se volvía cósmica y
total. Esto hacía que siempre fuese rebelde. Me provocaba un
terror permanente, pero por otra parte deseaba que me
quisieran y me aceptaran. Parte de mí quería que todos los
sectores de la sociedad me aceptasen y no quería que fuese
ese músico loco y gritón.
Pero no puedo ser lo que no soy. Por
esta actitud mía, los padres de todos los chicos, inclusive el
padre de Paul, decían: "No sean amigos de él". Los padres
reconocían instintivamente lo que era yo, alguien que creaba
dificultades, en el sentido de que no me conformaba y que
influenciaba a los otros, lo cual era verdad. Hacía siempre
todo lo posible para crear discordia en la casa de todos los
amigos que tenía. En parte, tal vez, por envidia al no tener yo
ese así llamado "hogar". Pero en realidad lo tenía. Tenía a mi
tía y a mi tío y una bonita casa en los suburbios, gracias.
Oyes esto, tía. Hace poco la hirió un comentario de Paul,
acerca de que la razón por la que me quedaba junto a Sean
ahora es que nunca tuve una vida familiar. Esto es un
disparate. Había cinco mujeres que eran mi familia. Cinco
mujeres fuertes e inteligentes. Cinco hermanas. Una fue por
casualidad mi madre. Mi madre era la menor. Le ocurría que
no sabía encarar la vida. Tuvo un marido que la abandonó
para embarcarse e ir a la guerra cuando yo tenía cuatro años
y medio. Terminé viviendo con su hermana mayor. Te diré
que esas mujeres eran fantásticas. Fue mi primera educación
feminista. De todos modos, el hecho de saber que no viví con
mis padres me llevó a aceptar que los padres no eran dioses.
Pero tampoco era huérfano. Mi madre vivía y vivió a quince
minutos de marcha toda mi vida. La veía de vez en cuando.
Lo único que sucedía es que no vivía con ella.
-¿Vive?
-No, la mató un policía borracho después de haber ido a
visitar ella a mi tía, en la casa donde yo vivía. Yo tenía
dieciséis años. Ese fue otro hecho traumático para mí. La
perdí dos veces. Cuando a los cinco años fue a vivir con mi tía
y luego cuando murió físicamente. Esto me dio más amargura
aún. Ese rencor que siempre había llevado clavado en mí
aumentó mucho en esa época. Empezaba a restablecer mi
relación con ella cuando murió.
-¿Qué clase de relación tuviste con tu padre, que
se fue al mar? ¿Volviste a verlo?
-Nunca volví a verlo hasta que gané mucho dinero y
entonces volvió. Yo tenía 24 o 25 años. Un día abrí el Daily
Express y allí estaba, lavando platos en un hotelito o lugar
así, muy cerca de donde vivía yo en el cinturón de los
financistas de las afueras de Londres. Me había escrito varias
veces para comunicarse conmigo. Yo no quería verlo. Estaba
demasiado herido por lo que nos había hecho a mí y a mi
madre y porque reaparecía cuando yo era rico y famoso y no
se había molestado en volver antes. No pensaba, pues, volver
a verlo, pero se dedicó a hacerme un chantaje por la prensa
hablando siempre de lo pobre que era y de tener que lavar
platos mientras yo vivía en el lujo. Me enternecí y fui a verlo y
tuvimos una especie de relación. Murió de cáncer unos años
más tarde. Pero a los 65 años se casó con una secretaria que
había estado trabajando para los Beatles, de 22 años, y
tuvieron un hijo, hecho que me pareció auspicioso para un
hombre que siempre vivió medio borracho y como vagabundo
del Bowery.
-¿Qué recuerdos te trae "Help!"?
-Cuando hicimos "Help!" en 1965 yo estaba realmente
pidiendo socorro. Ahora bien, pensarás que tengo una actitud
positiva... es verdad, es verdad, pero... también sufro
profundas depresiones, y tengo ganas de arrojarme por la
ventana, ¿sabes? Resulta más fácil vivir conmigo mismo en la
medida que envejezco. No sé si uno adquiere dominio de sí
mismo o no cuando madura, si se calma un poco. Sea como
fuere, yo estaba gordo y deprimido y pidiendo socorro a
gritos.
-¿Qué te tenía deprimido en la época de "Help!"?
-El asunto de los Beatles se había vuelto algo que nadie
podía imaginar. Nos desayunábamos fumando marihuana.
Estábamos bien enviciados y nadie podía comunicarse con
nosotros, porque éramos puro ojo vidrioso y risitas tontas
todo el tiempo. Metidos dentro de nuestro propio mundo. Esa
era la canción "Help!", donde creo que aparecía todo... hasta
las canciones de Paul de ahora, que no parecen tratar de
nada... siempre tienen algo de uno mismo.
-¿Fue "I'm loser" una declaración igualmente
personal?
-Parte de mí sospecha que soy un perdedor y la otra
cree que soy Dios Todopoderoso.
-¿Haces uso de drogas ahora?
-En realidad, no. Si alguien me da un cigarrillo de
marihuana, puede ser que lo fume, pero no lo busco.
-¿Cocaína?
-La probé, pero no me gusta. Los Beatles la usaban
mucho en una época, pero es una droga tonta, porque hay
que repetir la dosis veinte minutos más tarde. Se te va toda
la concentración en obtener la próxima dosis.
-¿Acido lisérgico?
-Hace años que no. Un poco de hongo o de peyote no
deja de atraerme tal vez dos veces por año, o algo así.
-Y los dos fuman como locos.
-La gente macrobiótica no cree que fumar sea nocivo.
Claro está que si morimos, nos habremos equivocado.
-¿Cuál es tu sueño para el ochenta?
-La verdad es que cada uno crea su propio sueño. Esa es
la historia de los Beatles, ¿no? Es la historia de Yoko. Es lo
que estoy diciendo ahora. Producir el sueño propio. No
cuentes con que Jimmy Carter y Ronald Reagan o John
Lennon o Yoko Ono o Bob Dylan o Jesucristo vengan a hacerte
las cosas. Tienes que hacerlas tú mismo. Es lo que vienen
diciendo los grandes maestros y maestras desde el comienzo
de todos los tiempos. Pueden señalar el camino, dejar señales
y breves instrucciones en diversos libros que ahora llamamos
sagrados y que veneramos por sus tapas y no por lo que
dicen, pero las instrucciones son bien visibles para todos,
siempre estuvieron allí y siempre lo estarán. No hay nada
nuevo bajo el sol. Todos los caminos conducen a Roma. Y la
gente no puede proporcionártelos. Yo no puedo despertarte.
Tú puedes despertarte. Yo no puedo curarte. Tú puedes
curarte a ti mismo.
-¿Qué hace que la gente no acepte el mensaje?
-Es el temor a lo desconocido, que hace correr a todos
huyendo, detrás de los sueños, ilusiones, guerras, paz, amor,
odio, todo eso... todo es una ilusión. Es desconocido.
Aceptemos que es desconocido y las cosas serán más fáciles.
Todo es desconocido... y entonces hemos avanzado. Así es.
¿Verdad?
NOTA:
*Para una versión mas amplia de esta entrevista puede
consultarse Entrevistas de Playboy, Emecé, 1982
Página 35 de 35
No hay comentarios:
Publicar un comentario