13 febrero, 2013

John - Yoko - entrevista a Play Boy


John Lennon 

Yoko Ono 




Existía una gran probabilidad de que la entrevista no se 
concretase nunca. Cuando comenzaron mis comunicaciones 
con la organización Lennon-Ono, uno de los colaboradores de 
Ono me llamó por teléfono y me preguntó con toda seriedad: 
"¿A qué signo pertenece?". Al parecer la entrevista dependía 
mucho de la interpretación de mi horóscopo por parte de 
Yoko, así como muchas de las decisiones de negocios de 
Lennon son, según se afirma, dictadas por los astros. Me 
imaginé entonces explicando a mi director en Playboy. "Lo 
lamento, pero mi luna está en Escorpio. No habrá entrevista". 
Era evidente que la cosa no estaba en mis manos. 
Proporcioné el dato pedido: 23 de diciembre, 3 de la 
madrugada, Boston. 


Gracias a mi buena estrella, recibí el llamado y la 
entrevista quedó concertada en forma condicional. Y muy 
pronto me encontré en Nueva York, atravesando los 
numerosos portones y puntos de control de seguridad de la 
sede de Lennon, el famoso edificio Dakota, sobre Central Park 
West, donde reside la pareja y donde Yoko Ono concede audiencia 
desde las 8 de la mañana todos los días. 


Ono es una de las mujeres menos comprendidas por el 
público. Su imagen misteriosa se basa en versiones, algunas 
verídicas, y otras deformadas, de su filosofía y de sus 
declaraciones, así como el hecho de que no sonríe nunca. Se 
basa asimismo, quizá injustamente, en el resentimiento de 
quienes ven en ella a la hechicera y la Svengalí que controla 
la existencia misma de John Lennon. Esta imagen ha 
perdurado a través de los años desde que ella y John Lennon 
se conocieron, en primer lugar porque nunca se preocupó por 
cambiarla, ni tampoco por sonreír. 



Entre las interrupciones de sus dos colaboradores, 
dedicados a filtrar el torrente ininterrumpido de llamados 
telefónicos, Yoko me inspeccionó. Por fin me dijo que las 
estrellas habían dicho, en verdad, que estaba todo bien, muy 
bien, realmente. ¿Quién era yo para discutirlo? Al día 
siguiente me encontré sentado frente a John Lennon, con dos 
tazas da capuchino entre ambos. 



-¿Qué has estado haciendo? 
-Amasando pan y cuidando a nuestro hijito. 
-¿Con qué clase de proyectos escondidos? 
-Eso es igual a lo que me ha preguntado todo el mundo 
en los últimos años: "Pero, ¿qué más has estado haciendo?". 
A lo cual respondo: "¿Hablas en serio?". Porque hacer pan y 
cuidar bebés, como toda mujer sabe, es un trabajo full-time. 
Después de haber hecho panes me sentí como si hubiese 
conquistado algo. Pero cuando vi cómo comían el pan, pensé: 
"¡Vaya! ¿No van a darme un disco de oro, o un título, o 
algo?". 


-¿Qué te hizo volverte un marido casero? 
-Muchos motivos. Siempre viví bajo la obligación del 
contrato, desde los veintidós años hasta bien cumplidos los 
treinta. Después de tantos años, no conocía otra cosa. No era 
libre. Estaba enjaulado. Mi contrato era la manifestación física 
de estar prisionero. 


Era más importante encararme a mí 
mismo y enfrentar esa realidad que continuar con mi vida de 
rock'n'roll y subir y bajar con la corriente caprichosa de la 
propia actuación o de la opinión que tiene de uno el público. 
El rock'n'roll dejó de ser divertido. Decidí no aceptar las 
opciones habituales en mi profesión: ir a Las Vegas a cantar 
los grandes éxitos, si uno tiene suerte, o bien irse al diablo, 
como se fue Elvis (...) sacar discos, uno tras otro porque es lo 
que esperan de uno, como tanta gente que saca un álbum 
cada seis meses porque se supone que tiene que sacarlo. 
-¿Te refieres a Paul McCartney? 



-No solamente a Paul. 
-La mayoría habría continuado sacando el 
producto. ¿Cómo pudiste hallar la alternativa? 
-La mayoría no vive junto a Yoko Ono. 
-¿Lo cual quiere decir...? 
-Que la mayoría de la gente no tiene una compañera que 
le diga la verdad y se niegue a vivir junto a un artista de 
pacotilla, creador de basura, que lo sé hacer muy bien. Soy 
capaz de crearla y de hacer que la creen todos a mi 
alrededor. Yoko: esa es mi respuesta. 


-¿Qué hizo por ti? 
-Ella me mostró la posibilidad de la alternativa. "No 
tienes que hacer esto." "¿No? Realmente... pero... pero..." 
Claro, las cosas no eran tan sencillas y no capté el mensaje 
de la noche a la mañana. Fue necesario repetirlo mucho. 
Alejarse es mucho más difícil que seguir. Yo hice las dos 
cosas. Obedecer la demanda y obedecer el horario. Había 
sacado discos desde 1962 hasta 1975. Alejarse era como lo 
que hacen los viejos a los sesenta y cinco años, cuando de 
pronto se supone que no existen ya y se los echa del trabajo 
(golpea tres veces el escritorio i "Terminó tu vida. Llegó la 
hora de jugar al golf". (...) 


Lo hice, y cuando me dedicaba a 
limpiar la suciedad del gato y a alimentar a Sean, ella se 
sentaba en cuartos llenos de humo con hombres vestidos con 
trajes cuyas chaquetas no conseguían abotonar. 
Ono: -Yo me ocupaba de los negocios, de Apple, Maclen 
(la compañía grabadora de discos de los Beatles y la 
compañía de publicaciones musicales, respectivamente), y de 
las nuevas inversiones. 
-El único de nosotros dos que tiene el talento y la 
capacidad para manejar las cosas en ese nivel es Yoko. 
-¿Tenias experiencia en el manejo de una empresa 
de ese nivel? 


Ono: -Aprendí. La ley ha dejado de ser un misterio para 
mí. Los políticos tampoco son un misterio. No me asusta ya lo 
que llaman establishment. Al principio, mi propio abogado y 
mi propio contador no podían aceptar el hecho de que yo les 
indicase qué tenían que hacer. Hablaban siempre de "pero 
usted no entiende nada de cuestiones legales. No puedo 
hablar con usted". Yo les decía: "Muy bien, hable de manera 
que yo pueda comprender. Yo también soy miembro del directorio". 
-No lo soportan. Pero tienen que soportarlo, porque es 
ella quien nos representa (ríe). 


Son típicos machistas, grandes 
y gordos, llenos de cocteles de vodka para el almuerzo, 
machistas que hablan a gritos, como perros amaestrados, 
adiestrados para atacar todo el tiempo. (...) 
-¿Qué hay de esa afirmación de que John Lennon 
está bajo el hechizo y el control de Yoko? 
-Es un disparate. Soy incontrolable (...). 
-Comencemos por el principio. Cuéntanos la 
historia de cómo se conocieron el maravilloso príncipe 
místico y la exótica dama del dragón. 


-Fue en 1966, en Inglaterra. Me habían hablado de ese 
"gran éxito", de esa artista japonesa de avanzada que llegaba 
de los Estados Unidos. Estaba paseando por la galería cuando 
vi una escalera, subí por ella y miré por un catalejo que había 
arriba de la escalera... uno se siente un tonto, pero el caso es 
que miré y decía solamente "Si"'. Ahora bien, en esa época 
todo lo de avanzada consistía en romper el piano con un 
martillo y la escultura a golpes, y todo era anti, anti, anti, 
anti, anti. Todo era un montón de basura negativa. Y sólo ese 
"Sí" me llevó a quedarme en esa muestra llena de manzanas 
y clavos. Había un cartel que decía: "Clava este clavo". 
Entonces pregunté: "¿En serio puedo clavarlo?". Pero Yoko me 
dijo que no, porque la muestra no comenzaba hasta el día 
siguiente. Entonces se acercó el patrón y le susurró: "Déjalo 
clavarlo. 


No sé si sabes que es millonario. Quizá lo compre". Y 
entonces hubo una breve conversación entre ellos y por fin 
Yoko me dijo: "Bien, puedes clavar un clavo por cinco 
chelines". Y entonces el patrón, muy listo, dice: "Bien, yo te 
daré cinco chelines imaginarios para que claves un clavo 
imaginario". Y fue así como nos conocimos, cuando nuestras 
miradas se cruzaron y a ella le pasó y a mí me pasó. 
-¿Tuvo algo que ver tu encuentro con Yoko con tu 
abandono de los Beatles? 


-Hacía tiempo ya que tenía ganas de alejarme, pero 
cuando conocí a Yoko fue como cuando conoces a tu primera 
mujer. Dejas a los amigos en el bar. Dejas de jugar al fútbol. 
Dejas de jugar al billar y hacer carambolas. Puede ser que 
algunos sigan haciéndolo los viernes por la noche, por 
ejemplo, pero una vez que encontré a la mujer, los muchachos 
perdieron todo interés para mí, salvo el de ser viejos 
compañeros de escuela.


 "Las campanas de boda separan a 
esa vieja pandilla mía." Nos casamos tres años más tarde, en 
1969. Fue el fin de los muchachos. Y dio la casualidad de que 
los muchachos fuesen gente famosa y no simplemente los 
chicos junto al bar. Todos se afligieron tanto... Y nos arrojaron 
bastantes porquerías. Bastantes cosas odiosas. 


Ono: -Aún ahora acabo de leer que Paul dijo: 
"Comprendo que quiera estar con ella, pero ¿por qué tiene 
que estar con ella todo el tiempo?". 
-Yoko, ¿sigues empeñada en arrastrar esa cruz? 
Eso sucedió hace años. 
Ono: -No, no, no. Lo dijo hace poco tiempo. Lo que 
quiero decir es que decidí, más o menos, acostarme con ese 
tipo que me gustaba y de pronto, al día siguiente, me 
encontré con esos tres suegros parados allí. 
-Siempre pensé que había ese sentimiento subyacente 
en el tema de Paul, "Get back", Vuelve. Cuándo estábamos 
grabándolo en el estudio, cada vez que cantaba el verso 
"Vuelve a donde perteneciste una vez", miraba a Yoko. 


-¿En serio? 
-En serio. Pero tal vez él diga que tengo delirio de 
persecución. 
-Quizá sea el momento de hablar de esos 
"suegros", como los llamó Yoko. John, te lo han 
preguntado mil veces, pero ¿por qué es tan 
inconcebible que los Beatles puedan volver a 
integrarse para hacer música? 
-¿A ti te gustaría volver a la escuela secundada? ¿Por 
qué habría yo de retroceder diez años para crear una ilusión 
para ti que yo sé que no existe? No puede existir. (...) ¿No 
deberían haber seguido juntos Dean Martin y Jerry Lewis, sólo 
porque a mí me gustaba verlos juntos? ¿Qué es ese juego de 
hacer cosas porque otros lo desean? La idea detrás de los 
Beatles era hacer lo que ustedes querían, ¿no? Cargar con las 
responsabilidades de ustedes. 



-Bien, pero volvamos a la música misma. ¿No 
estas de acuerdo en que los Beatles crearon la mejor 
música rock'n'roll que se haya conocido? 
-No, no estoy de acuerdo. Te diré... los Beatles... estoy 
demasiado mezclado con ellos en el sentido artístico. No 
puedo verlos en forma objetiva. Estoy insatisfecho con todos 
nuestros discos, todos los que hicimos como Beatles. No hay 
ni uno solo que no querría grabar otra vez, de todos los discos 
de los Beatles, y todos los míos individuales, también. No 
puedo entonces hacer un juicio de lo que son los Beatles. 
Pero cuando era uno de ellos, los consideraba el mejor grupo 
de todo el mundo. Y haber creído tal cosa es lo que nos hizo 
lo que fuimos, lo llamemos el mejor grupo de rock'n'roll o el 
mejor de pop, o lo que sea. Pero vuelvo a tu pregunta sobre 
los Beatles y su música: la respuesta es que creamos algunas 
cosas buenas y otras malas. 



-Aparte de los millones que les han ofrecido por 
un concierto del grupo, ¿qué pensaste de la generosa 
oferta de Lome Michaels de tres mil doscientos dólares 
por aparecer juntos en Saturday Night Live hace pocos 
años? 
-Ah, sí. Paul y yo estábamos juntos mirando ese 
programa. El había venido a visitarnos a nuestra casa en el 
Dakota. Estábamos mirándolo y en un momento estuvimos 
tentados de ir al estudio, para divertirnos, íbamos a tomar un 
taxi, pero la verdad es que estábamos demasiado cansados. 
-¿Cómo ocurrió que tú y Paul estuviesen mirando 
televisión juntos? 



-Era la época en que Paul aparecía muy seguido en la 
puerta de casa con su guitarra. Yo lo recibía, pero por fin debí 
decirle: "Por favor, llama antes de venir. No estamos en 1956 
y aparecer en la puerta sin avisar no es ya lo mismo. 
Llámame por teléfono, ¿quieres?". A Paul le dolió esto, pero 
no se lo dije con mala intención. Lo único que quise significar 
fue que yo tenía que cuidar a mi hijo todo el día y que cuando 
un tipo aparece en la puerta sin avisar... 



-¿Fue la última vez que viste a Paul? Siempre hay 
muchas conjeturas en cuanto a si los "Cuatro Famosos" 
eran enemigos acérrimos o bien íntimos amigos. 
-No somos ni una cosa ni la otra. No sé cuánto tiempo 
hace que no veo a ninguno de los Beatles. Ya no sigo el 
trabajo de ellos. Me importa un rábano lo que hacen en el 
último álbum de Paul, de George, ni lo que hace Ringo. No me 
interesa, como no me interesa lo que hacen Elton John o Bob 
Dylan. No es crueldad, sino sólo que estoy demasiado 
ocupado viviendo mi propia vida para seguir lo que hacen los 
demás, sean los Beatles o bien gente con quien fui a la 
escuela o gente con quien tuve relaciones estrechas antes de 
conocer a los Beatles. 



-Entonces hablemos del trabajo que hicieron 
juntos. ¿Dijiste alguna vez que escribían la mayoría de 
los temas separado de Paul, a pesar de firmarlas 
ambos? 
-La verdad es que era mentira (ríe). Dije eso cuando 
estaba resentido, cuando consideraba que todo lo hacíamos 
por separado. Pero en realidad muchas de las canciones 
fueron escritas por los dos, trabajando codo a codo. Nos 
comunicábamos lo suficiente, y más tarde fue por ese motivo 
que sentí rencor por todo ese material. Ahora me doy cuenta 
de que se trataba del mismo juego competitivo de siempre. 
-Pero el juego competitivo te hacía mucho bien, 
¿no? 
-Al principio sí. Hacíamos un disco en doce horas, o algo 
por el estilo. Pedían un simple cada tres meses y teníamos 
que crearlo en un cuarto de hotel o en un ómnibus. Así el 
trabajo en colaboración era funcional, además de musical. 
-Una pequeña digresión, pero mientras estamos 
en este tema de las letras y tu resentimiento con PauL 
¿qué te hizo escribir "How do you sleep"? 


Son palabras 
tales como "Los maricas tenían razón cuando decían 
que estabas muerto" y "Lo único que hiciste fue ayer / 
y desde que te fuiste, no eres mas que un día 
cualquiera". 
-(Sonríe) En realidad no me sentía tan lleno de rabia en 
ese momento. Pero utilicé mi resentimiento con Paul para 
crear un tema, por así decir.


 El vio que se refería 
concretamente a él y el público lo persiguió a causa de esa 
canción. Aunque debo decirte que en su propio álbum, 
publicado antes que mi canción, hay unas cuantas patadas 
para mí. Las da con tanto disimulo que la gente no reparó en 
ellas, pero yo sí. Y entonces pensé: "La verdad es que yo no 
disimulo nunca, sino que digo ni más ni menos lo que quiero 
decir". El hizo cosas a su manera y yo a la mía. Pero en 
cuanto a las palabras que citaste, creo que como creador Paul 
murió, es cierto sentido. 


-Pasemos a Ringo. ¿Qué opinas de él desde el 
punto de vista musical? 
-Ringo era una estrella por derecho propio en Liverpool 
aun antes de que nos conociéramos. El talento de Ringo se 
habría expresado de una manera u otra y en cualquier 
situación, con los Beatles o sin ellos. Ringo es un baterista 
extraordinario. Técnicamente, no es bueno, pero creo que se 
subestima la ejecución de Ringo, como se subestima la 
ejecución de Paul en el bajo. Paul fue unos de los bajistas más 
originales de todos los tiempos. Y la mitad de lo que se oye 
hoy proviene directamente de su período con los Beatles. 


En 
todos los demás aspectos de su vida es un ególatra, pero en 
cuanto a su ejecución en el bajo, Paul siempre se mostró 
bastante modesto. Creo que Paul y Ringo pueden ocupar su 
lugar entre los mejores artistas de rock. No son grandes 
técnicos... ninguno de nosotros tiene mucha técnica musical. 
Ninguno de nosotros sabía leer música. Ninguno de nosotros 
sabía escribirla. Pero como músicos puros, como seres 
humanos con inspiración para hacer el ruido necesario, somos 
tan buenos como el mejor. 


-No hablaste mucho de George hasta ahora. 
-Sinceramente me dolió mucho su libro I, Me, Mine. 
Mediante la omisión más flagrante implica que mi influencia 
en su vida es absolutamente cero, nada. En ese libro, que 
según se supone trata de la claridad de su visión que 
influenciaba cada tema que escribía, recuerda a cada uno de 
los saxofonistas o guitarristas insignificantes que conoció en 
los años subsiguientes, pero yo no aparezco para nada. Es 
una relación de odio y de amor y creo que George sigue 
sintiendo rencor hacia mí por haber sido yo el papá que dejó 
el hogar. El no lo admitiría, pero es lo que yo siento. Yo me 
sentí dolido. Me borró, sencillamente, como si no existiera. No 
quiero ser egocéntrico pero él fue una especie de discípulo 
mío cuando comenzamos. Pero no me interpreten mal. Sigo 
queriendo a esos muchachos. Los Beatles terminaron, pero 
John, Paul, George y Ringo todavía viven. 



-Para terminar con tu "tema predilecto", ¿qué 
opinas de la sugerencia de que los cuatro deberían 
dejar a un lado sus sentimientos personales y 
reagruparse para ofrecer un concierto gigantesco con 
fines de caridad, una especie de beneficio gigante? 
-No quiero saber nada con beneficios. Siempre son una 
estafa. No actúo por lucro personal desde 1966, cuando se 
presentaron los Beatles por última vez. Cada concierto desde 
entonces fue ofrecido por Yoko y por mí para distintas obras 
de caridad, con la excepción de una función en Toronto que 
fue un reencuentro de rock'n'roll. Todas esas funciones fueron 
un desastre o bien una estafa. Por eso ahora damos dinero a 
quienes queremos. ¿Sabes lo que es el diezmo? 
-Sí, dar un porcentaje fijo de tus ingresos. 
-Exactamente. Es lo que pienso hacer, pero en forma 
privada. No pienso caer en el negocio de salvar al mundo en 
público. La función es siempre un desastre y el artista 
siempre queda mal. (...) 


A todos los que lean esto, que no me 
hagan llegar esas tonterías de "venga a salvar a los indios y a 
salvar a los negros y a salvar a los veteranos de guerra". 
Cuando yo quiera salvar a cualquiera lo ayudaré. 
-Hablando del tema de tu riqueza personal, el New 
York Post dijo hace poco que admitías tener unos 
ciento cincuenta millones de dólares y que... 
-... Muy bien, somos ricos. ¿Y qué? 
-La pregunta es la siguiente. ¿Cómo se concilia 
esto con tu filosofía política? Se supone que eres 
socialista, ¿no? 


-En Inglaterra es posible ser sólo dos cosas, 
fundamentalmente. O estamos con el movimiento laborista o 
estamos con el capitalista. Yo era un socialista instintivo. Eso 
quería decir que yo creía que a la gente hay que pagarle la 
dentadura postiza y la salud y demás. Pero aparte de eso, yo 
trabajé por dinero y quería ser rico. Entonces, qué diablos... si 
es una paradoja, diré que soy un socialista. Pero la verdad es 
que no soy nada. Lo que sentía antes era culpabilidad por 
tener dinero. Es por eso que lo perdía, regalándolo o 
permitiendo que me estafasen mis llamados agentes. 
-Sea cual fuere tu posición política, has jugado 
muy bien tu papel de capitalista, convirtiendo tus 
ganancias de los Beatles en bienes inmuebles, 
ganado... ¿Para qué puede necesitar alguien ciento 
cincuenta millones de dólares? ¿No estarías 
perfectamente conforme con cien millones? ¿O con un 
millón? 
-¿Qué propones que hagamos? ¿Regalar todo y pedir 
limosna en la calle? El budismo dice: "Deshazte de todas las 
posesiones de la mente". Alejarse de todo ese dinero no 
tendría tal resultado. Es como los Beatles. No podría alejarme 
de los Beatles. Es algo que sigue pisándome los talones, ¿no? 
Si me alejo de una casa, o bien de cuatrocientas casas, no 
voy a escapar. 


-¿Cómo vas a escapar? 
-Lleva tiempo desprenderse de toda esa basura que 
llevo conmigo y que ha influenciado mi manera de vivir. Tuvo 
mucho que ver con Yoko, pero mentalmente me llevó estos 
últimos años de lucha. Aprendí todo de ella. 
-Lo que dices suena como una relación de maestra 
y alumno. 
-Es una relación de maestra y alumno. 
-Yoko, ¿cómo te sientes por ser la maestra de 
John? 


Ono: -John había tenido una extensa experiencia antes 
de que nos conociéramos, el tipo de experiencia desconocido 
para mí, de modo que yo también aprendí mucho de él. La 
influencia es mutua. Es posible que yo tenga fuerza, una 
fuerza femenina. Las mujeres la desarrollan... en una 
relación, creo que las mujeres tienen en realidad la sabiduría 
interior y que encierran esto mientras que los hombres tienen 
una especie de sabiduría para encarar a la sociedad, ya que 
ellos la crearon. Los hombres nunca desarrollaron esta 
sabiduría interior. Nunca tuvieron tiempo para desarrollarla. 
Así la mayoría de los hombres se apoyan realmente en la 
sabiduría interior de las mujeres, lo expresen o no. 
-¿En qué sentido te ha enseñado Yoko? 


-Cuando dijo: "¡Vete! Porque no logras entenderlo"... 
diría que fue como si me mandasen al desierto. Y la razón por 
la que no me dejaba volver era que yo no estaba listo todavía 
para hacerlo. Tenía que arreglar cosas en mi interior. Cuado 
estuve listo para volver, ella me aceptó. Y es con eso que 
estoy viviendo ahora. 


-Te refieres a la separación entre ustedes. 
-Sí. Nos separamos en los primeros años del '70. Yoko 
me expulsó. De repente me encontré a la deriva, solo en una 
balsa en el universo. Al principio pensé: "¡Hurra! ¡Hurra! 
¡Vuelta a la vida de soltero!”. Pero un día me desperté y 
pensé: "¿Qué es esto? Quiero volver a casa!". Pero ella no me 
dejaba volver. Todo el tiempo hablábamos por teléfono y yo 
le decía: "No me gusta nada esto. Estoy lleno de dificultades. 
Por favor, déjame volver a casa". Y ella decía: "'No estás listo 
para volver". Y entonces, ¿qué hacía yo? Vuelta a empinar el 
codo. Sólo quería ahogar en alcohol lo que sentía. Estaba 
enloquecido. Fue el famoso fin de semana perdido, pero duró 
dieciocho meses. Nunca bebí tanto en mi vida. Traté de 
ahogarme en alcohol y llegué a estar entre los más grandes 
bebedores de mi profesión. Me avergüenza pensar en esa 
época, porque actué como un gran tonto... pero 
probablemente haya sido una buena lección para mí. 
-¿Por qué lo expulsaste a John, Yoko? 


Ono: -Hubo muchas cosas. Soy el tipo de mujer al que le 
gusta "avanzar". Es por ese motivo que soy una de las pocas 
que sobreviven como mujer, ¿sabes? Las mujeres tienden a 
meterse más en los hombres, en general, pero yo no era... 
-Yoko ve a los hombres como asistentes... Con diversos 
grados de intimidad, pero fundamentalmente, asistentes. Y 
este asistente se va a hacer pis (sale). 
Ono: -No hay comentario. Pero cuando yo conocí a John, 
las mujeres eran para él básicamente gente que lo rodeaba 
para servirlo. Tuvo que abrirse y encararse conmigo... Y yo 
tuve que ver lo que estaba viviendo. Pero... pensé entonces 
que yo tenía que seguir mi camino, porque estar junto a John 
me hacía sufrir. 
-¿Por qué? 


Ono: -La presión del público, ser la culpable de la 
separación de los Beatles, la que hacía imposible que ellos 
volviesen a formar el grupo. Mi actividad en arte también se 
perjudicó. Pensé que me gustaría liberarme de ser la señora 
de Lennon y pensé luego que sería una buena idea que John 
se fuese a Los Ángeles y me dejase tranquila un tiempo. 
Hacía años que soportaba la situación. Desde el principio, 
cuando John pertenecía aún a los Beatles, nos alojábamos en 
un cuarto de hotel y teníamos la puerta cerrada y demás, 
pero nos olvidábamos de cerrarla con llave y solían entrar 
algunos de los colaboradores de los Beatles y se ponían a 
conversar con él como si yo no estuviese allí. Me volvía loca. 
Era invisible. La gente que rodeaba a John me veía como una 
gran amenaza. Quiero decir que hasta oí algo sobre planes de 
matarme. Los Beatles, no, pero la gente que los rodeaba. 
-¿Cómo te afectaron esos rumores? 


Ono: -La sociedad no comprende que también es 
posible para una mujer sentirse castrada. Yo me sentía 
castrada. Antes me iba a las mil maravillas. Mis obras no se 
vendían mucho, quizá; quizás era más pobre pero tenía mi 
orgullo. Y lo más humillante fue que me viesen como un 
parásito. (...) Yo siempre había sido más macho que muchos 
de los hombres con quienes estaba, en cierto sentido. 
Siempre había sido quien ganaba el pan, porque siempre 
quise tener la libertad y el dominio. Inesperadamente me 
encuentro junto a alguien con cuyas ganancias no puedo 
competir en absoluto. Por fin no pude soportarlo... o bien 
decidí no soportarlo más tiempo. Habría tenido la misma 
dificultad aun si no me hubiese visto enredada con... con... 
-John... me llamo John. 


Ono: -Con John. Pero John no era simplemente John. Era 
además su grupo y todos los que lo rodeaban... 
-¿Cómo volvieron a juntarse por fin? 
Ono: -Poco a poco llegué a descubrir que la dificultad no 
estaba en John, ni mucho menos. John es un hombre 
extraordinario. Era la sociedad lo que se había vuelto 
demasiado para él. Hoy nos reímos al recordarlo, pero 
comenzamos a salir juntos otra vez. Yo quería estar segura. 
Debo dar gracias por la inteligencia de John...Me hizo bien 
meterme en el negocio y recuperar mi amor propio y el 
orgullo de mi propia capacidad.


 Y me hizo bien que 
necesitara él esta reversión de papeles que le hizo tanto bien. 
-Y aprendimos que es mucho mejor para la familia que 
los dos estemos trabajando para ella. Yoko ocupándose de las 
finanzas y yo siendo madre mujer. Hicimos un 
reordenamiento de prioridades. La número uno es Yoko y la 
familia. Todo el resto gira alrededor de esta prioridad. 
-¿Cómo marcharon las cosas desde que tomaron 
esa decisión? 
-Volvimos a unirnos, decidimos que esta era nuestra 
vida, que tener un hijo era importante para nosotros y que 
todo lo demás era secundario. Trabajamos mucho para tener 
ese hijo. Pasamos por experiencias infernales para tener ese 
hijo, abortos espontáneos y otros problemas, es realmente lo 
que llaman "el hijo del amor". Los médicos nos dijeron que 
nunca podríamos tener un hijo... Nos dijeron que mi esperma 
no era normal, que había hecho tanto abuso de mi cuerpo en 
mi juventud que no había ninguna probabilidad. Yoko tenía 43 
años, había tenido demasiados abortos y cuando era joven, 
como no había píldoras, muchos abortos y pérdidas. Debe 
tener la barriga como los Kew Gardens en Londres. No había 
caso.


 Pero un chino de San Francisco, especialista en 
acupuntura, nos dijo: "Pórtense bien. Nada de droga: coman 
bien, nada de bebida. Tendrán un hijo en dieciocho meses". Y 
nosotros le dijimos: "Pero los médicos ingleses dijeron que...". 
Y él replicó: "Olviden lo que dijeron. Ustedes tendrán chico". Y 
tuvimos a Sean y le mandamos una fotografía de él poco 
antes de que muriera el médico chino, que en paz descanse. 
-Ahora que Sean tiene cerca de cinco años, ¿tiene 
conciencia del hecho de que su padre fue un beatle? 
-No le había dicho nada. Sean vio A Yelow Submaríne, de 
modo que tuve que explicarle qué hacía esa caricatura mía en 
una película. Diré aquí que Sean no va a la escuela. 
Consideramos que puede aprender a leer y a escribir y sumar 
cuando quiera... o cuando la ley diga que tiene que 
aprenderlo. No pienso oponerme. Pero de otro modo, no hay 
razón para que deba aprender a sentarse inmóvil, no veo 
ninguna razón para ello. Sean tiene ahora bastante compañía 
de otros chicos, que según todo el mundo tiene importancia, 
pero también está junto a adultos. 


Está adaptado a las dos 
cosas. La razón por la cual los chicos se enloquecen es que 
nadie es capaz de afrontar la responsabilidad de criarlos. 
Todo el mundo tiene demasiado miedo para estar con los 
chicos todo el tiempo, y por eso los rechazamos y los 
alejamos de nosotros y los torturamos. Los que sobreviven 
son los conformistas -les achican el cuerpo para que quepa 
dentro del molde-, los chicos que llamamos "buenos". Los que 
no caen dentro del rótulo van a parar a los manicomios o se 
vuelven artistas. 
-Tu hijo Julián: el de tu primer matrimonio, debe 
ser un adolescente. ¿Lo has visto a través de los años? 
-A Cyn le dieron la custodia. Yo tengo derecho a verlo 
durante las vacaciones y demás, y por lo menos la línea de 
comunicación está abierta. No es la mejor de las relaciones 
entre padre e hijo, pero hay una relación. Tiene diecisiete 
años. Julián y yo tendremos una relación mejor en el futuro. 
Con el correr de los años ha llegado a comprender la imagen 
de los Beatles y también la que puede haberle dado su 
madre, consciente o inconscientemente. En este momento le 
interesan las chicas y las motocicletas. Yo soy una especie de 
figura en el cielo, pero no tiene otra alternativa que 
comunicarse conmigo, aun cuando no tenga ganas. 
-Muestras gran franqueza en cuanto a tus 
sentimientos hacia él, al punto de referirte a Sean 
como tu primer hijo. ¿Te preocupa la posibilidad de 
herirlo? 



-No voy a mentirle a Julián. El noventa por ciento de la 
gente en este planeta, en especial en Occidente, es hijo de 
una botella de whisky y de un sábado por la noche y nunca 
hubo una intención de tener ese hijo. Julián está dentro de 
esa mayoría, como yo y todos. Sean fue un hijo deseado y allí 
está la diferencia. No quiero menos a Julián por eso. Sigue 
siendo mi hijo, aunque haya partido de una botella de whisky. 
O bien porque entonces no existía la píldora. Está aquí, es mi 
hijo y siempre lo será. 


-Yoko, tu relación con tu hija ha sido mucho más 
turbulenta. 
Ono: -Perdí a Kyoko cuando ella tenía cinco años. Yo era 
una madre bastante original, pero nos comunicábamos muy 
bien. No la cuidaba mucho, pero estaba siempre a mi lado: en 
la escena o en las exposiciones de arte, o lo que fuese. No 
había cumplido un año cuando la llevé a la escuela como instrumento... 
un instrumento incontrolable, te diré. Mi comunicación 
con ella era en el nivel de conversar y hacer 
cosas. Por eso estaba más cerca de mi ex marido. 
-¿Qué pasó cuando ella cumplió cinco años? 


Ono: -John y yo nos unimos y me separé de mi ex 
marido (Tony Cox). Y me quitó a Kyoko. Fue un caso de 
secuestro por uno de los padres y nosotros tratamos de 
recuperarla. 
-Es el caso clásico del hombre machista. Se volvió una 
situación en la que Allen Klein y yo teníamos que dominar a 
Tony Cox. La actitud de Tony era: “Me quitaste a mi mujer, 
pero no me quitarás a mi hija". En esta batalla se olvidó del 
todo a Yoko y a la chica. Siempre me he sentido mal al 
respecto. Era como esos tiroteos de película del Far West. 
Cox huyó a las montañas y se escondió y yo, el "sheriff", salí 
a buscarlo. Al principio obtuvimos la custodia legal. Yoko no 
quería recurrir a la justicia, pero los hombres, Klein y yo, 
recurrimos a ella, de todos modos. 


Ono: -Sabía que llevarlos a la justicia los asustaría y 
desde luego los asustó. Entonces Tony desapareció. Era muy 
testarudo y estaba convencido de que los capitalistas, con su 
dinero y sus abogados y sus detectives, lo estaban 
persiguiendo. Eso le dio mayores fuerzas. 
-Lo perseguimos por todo el mundo. Dios sabe adónde 
fue. De modo que si es esto, Tony, actúa como un adulto. Ya 
pasó. No queremos ya perseguirte, porque hicimos ya 
bastante mal. 


Ono: -También mandamos detectives detrás de Kyoko y 
esto fue también bastante feo. Hubo un momento en España 
en que un abogado y John llegaron a pensar que tendríamos 
que secuestrarla. Y la secuestramos y volvimos a entablar 
juicio de tenencia. La justicia hizo algo muy sensato. La 
llevaron a solas a un cuarto y le preguntaron con quién de 
nosotros debía quedarse. Claro que ella dijo que con Tony. 
Había llegado a tenernos muchísimo miedo. Y ahora debe 
temer que, si viene a verme, nunca volverá a ver a su padre. 
-Cuando tenga más de veinte años, comprenderá que 
actuamos como idiotas y que sabemos que fuimos idiotas. Tal 
vez nos dé una nueva oportunidad. 
Ono: (A John) –Parte de la razón por la que las cosas se 
pusieron mal fue que en el caso de Kyoko eran tú y Tony 
quienes negociaban. Hombres. En el caso de tu hijo Julián, el 
trato fue entre mujeres... hubo más comprensión entre Cyn y 
yo. 


-¿Cómo lo explicas? 
Ono: -Por ejemplo, hubo una fiesta de cumpleaños para 
Kyoko y nos invitaron a los dos, pero John se puso muy tenso 
y no fue. No quería tratar nada con Tony. Pero nos invitaron a 
los dos al cumpleaños de Julián y fuimos ¡os dos. 
-¡Dios, ahora sale todo a relucir! 
Ono: -O como cuando me invitaron a ir sola a casa de 
Tony. Yo no pude ir, pero cuando invitaron a John a casa de 
Cyn, él fue. 
-Una regla para los hombres, otra para las mujeres. 
Ono: -Y así las cosas fueron más fáciles para Julián, 
porque yo lo permití. 


-Pero yo he rezado un millón de avemarías. ¿Qué diablos 
más puedo hacer? 
-Yoko, después de esta experiencia, ¿qué sientes 
en cuanto a haber dejado a John la crianza de Sean? 
Ono: -En ese aspecto mis sentimientos son muy claros. 
No me siento culpable. Hago las cosas a mi manera. Puede 
ser que no sea lo mismo para otras madres, pero yo hago las 
cosas como puedo. En general, las madres tienen un gran 
resentimiento contra sus hijos, a pesar de toda esta gran 
adulación alrededor de la maternidad y de lo que piensan en 
realidad las madres de sus hijos y sobre cuánto los quieren. 
Quiero decir que sí, los quieren, pero no es humanamente 
posible conservar las emociones que se supone que deben 
tener las madres en una sociedad como esta. 


Las mujeres 
viven demasiado en diversas direcciones para poder 
conservar sus emociones. Se les exige demasiado. Y por eso 
le dije a John que yo llevo al bebé adentro durante nueve 
meses y es suficiente. Tú puedes cuidarlo después. Suena 
como una declaración brusca, pero realmente creo que los 
niños pertenecen a la sociedad. Si una madre lleva al niño en 
el vientre y luego el padre lo cría, la responsabilidad se ve 
compartida. 
-¿Te molestó tener que asumir tanta 
responsabilidad, John? 



-Te diré... a veces ella llegaba a casa y decía "estoy 
cansada". Y yo le decía, un poco en broma: "¿Y cómo diablos 
crees que estoy yo? ¡Estoy veinticuatro horas con el chico! 
¿Crees que es fácil?". Y luego le decía: "Tendrás que 
interesarte un poco más por el chico". No me importa que se 
trate del padre o de la madre. Cuando hablo de granitos o de 
huesos y de cuáles programas de televisión podemos dejarle 
ver al chico, suelo decirle: "Oye, esto es importante.


 No 
quiero oír nada de tus negocios de veinte millones de dólares 
esta noche" (a Yoko). Yo querría que los dos padres cuidaran 
a los hijos, pero cómo hacerlo es un asunto diferente. El dicho 
"Has recorrido un largo camino, muchacha", se aplica más a 
mí que a ella. Como dice Harry Nilssori, "todo es lo opuesto 
de lo que es", ¿no? Son los hombres que han recorrido un 
largo camino desde haber contemplado, siquiera, la idea de la 
igualdad. Pero aunque existe este llamado movimiento 
femenino, la sociedad no hizo más que tomar un laxante, 
hasta ahora, y dejar escapar sólo viento. Todavía le falta 
vaciar bien las tripas. Se plantó la semilla en algún momento 
hacia fines de la década del sesenta, ¿no? Pero los 
verdaderos cambios están por venir aún. Soy yo quien he 
recorrido mucho camino. Yo era el cerdo. Y es un alivio haber 
dejado de ser un cerdo. La presión resultante de ser un cerdo 
es enorme (...) ¿sabes? Yo era cruel con mis mujeres, y físicamente... 
con cualquier mujer. 


Golpeaba. No podía 
expresarme y entonces golpeaba. Peleaba con los hombres y 
golpeaba a las mujeres. Es por eso que siempre estoy 
hablando de paz, ¿sabes? Todo es lo contrario. Pero creo 
sinceramente en el amor y la paz. Soy un hombre violento 
que aprendió a no serlo y que se arrepiente de su violencia. 
Tendré que crecer mucho más todavía antes de poder admitir 
en público cómo trataba a las mujeres cuando era jovencito. 
No tengo la menor ambición de que me vean como a un 
objeto sexual, un hombre, un cantante macho de rock'n'roll. 
Hace mucho que superé todo eso. Ni siquiera me interesa 
proyectar esa imagen. Por eso quiero que se sepa que sí, 
cuidé a mi hijo e hice pan y fui marido casero y estoy 
orgulloso de haberlo sido. Es la onda del futuro y me alegro 
de estar a la cabeza de esa onda, además. 



-¿En qué consistió ese famoso episodio de la 
cama? 
-Nuestra vida es nuestro arte. Eso fueron los períodos en 
la cama. Cuando nos casamos, sabíamos que nuestra luna de 
miel sería pública, de todos modos, y por eso decidimos 
utilizarla para hacer una declaración. Sentados en la cama, 
conversamos con los periodistas durante siete días. Fue algo 
desopilante. En efecto, hicimos un aviso de publicidad en 
favor de la paz en la primera plana de todos los diarios, en 
lugar de hacer uno en favor de la guerra. Respondíamos a 
preguntas. Un tipo repetía todo el tiempo algo de Hitler: 
"¿Qué hacen contra los fascistas? ¿Cómo se puede tener paz 
cuando se tiene un Hitler?". Yoko dijo: "Yo me habría 
acostado con Hitler". Según dijo luego, le habrían bastado 
sólo diez días en cama con Hitler. A la gente le gustó ese 
comentario. 
Ono: -Lo dije en broma, desde luego. Pero ¡o importante 
es que no vamos a cambiar el mundo peleando. Quizá fui un 
poco ingenua con esto sobre Hitler. Después de todo, para 
John Lennon necesité trece años (ríe). 
-John, ¿qué opinas de las ondas musicales más 
nuevas? 


-Me encanta algún material punk. Es puro. Pero no me 
enloquece, en cambio, la gente que se destruye a sí misma. 
-No estás de acuerdo con las palabras de Neil 
Young en "Rust never sleeps": "Es mejor quemarse que 
marchitarse". 


-Las detesto. Es mejor marchitarse poco a poco como un 
viejo soldado que quemarse. No aprecio esa veneración por el 
difunto Sid Vicious o el difunto James Dean o el difunto John 
Wayne. Es todo lo mismo. Hacer un héroe de Sid Vicious, o de 
Jim Morrison... para mí eso es una basura. Yo venero a la 
gente que sobrevive. Me quedo con los vivos y con los sanos. 
-Ahora la pregunta inevitable, John. ¿Escuchas tus 
propias grabaciones? 
-Las mías menos que menos, ¿hablas en serio? Por 
placer, no las escucharía jamás. Cuando las oigo, pienso sólo 
en la sesión de grabado, como un actor que se contempla en 
una vieja película. Cuando oigo una canción, recuerdo al 
estudio de Abbey Road, la sesión, quién peleaba con quién, 
dónde estaba yo sentado, golpeando la pandereta en un rincón... 
-Se hacen oír tus temas mucho más que los de 
otros autores. ¿Qué sensación te da? 


-Siempre me siento contento y orgulloso de que toquen 
mis canciones. Me da placer que lo intenten, siquiera, porque 
muchas no son fáciles de ejecutar. Cuando voy a 
restaurantes, los grupos siempre tocan "Yesterday". Hasta 
firmé el violín con un tipo en España cuando tocó "Yesterday". 
¡No podía comprender que yo no la había compuesto, que es 
de Paul! 
-¿Qué sensación te da haber influenciado en tanta 
gente? 
-En realidad no fui yo, ni ninguno de nosotros. Fue la 
época. Me sucedió a mí con el rock and roll en la década del 
cincuenta. No tenía la menor idea de hacer música como 
medio de vida hasta que me golpeó el rock and roll. 
-¿Recuerdas qué te golpeó específicamente? 
-Creo que fue "Rock around the clock". Me gustaba Bill 
Haley, pero no me enloquecía. No fue hasta "Heartbreak 
Hotel" que realmente me hundí en esa música. 
Ono: -Estoy segura de que hay mucha gente cuya vida 
fue afectada porque oyó música india, o Mozart, o Bach. Más 
que nada, fue el momento y el lugar en que surgieron los 
Beatles. 
-Como base de nuestro diálogo, aceptemos que 
ningún artista o grupo de artistas contemporáneos ha 
conmovido a la gente hasta el punto en el que lo 
hicieron los Beatles. 


-Cualesquiera que fuesen los vientos que soplaban en 
esa época, soplaban para los Beatles también. No digo que 
fuésemos las banderas desplegadas en los topes de mástil del 
barco, pero el barco entero se agitaba. Quizá los Beatles 
estaban en el puesto de vigía, gritando "¡Tierra!" o algo así, 
pero todos estábamos en el mismo barco... (en voz baja): esta 
charla sobre los Beatles me aburre hasta la muerte. Vamos a 
la lámina desplegable de tu revista (se refiere a los celebres 
posters nudistas de Playboy)... Mira, sintonizábamos el 
mensaje. Eso es todo. No pretendo menoscabar a los Beatles 
cuando digo que no eran esto, o eran lo otro. Sólo trato de no 
exagerar su importancia como algo separado de la sociedad. 
Y no creo que fuesen más importantes que Glenn Miller o 
Woody Herman o Bessie Smith. Fue nuestra generación, nada 
más. Fue la música del sesenta. 
-¿Qué tienes que decir a los que insisten en que 
todo el rock desde los Beatles no es más que nuevas 
versiones de los viejos Beatles? 
-Toda la música es una nueva versión de lo viejo. Hay 
muy pocas notas nuevas. Son sólo variaciones sobre un 
mismo tema. Trata de decirles a los chicos del setenta que 
gritaban al oír a los Bee Gees que su música era un recocido 
de los Beatles. Los Bee Gees no tienen nada de malo. 


Son 
excelentes. No habrá otra cosa que ellos. 
-Pero por lo menos, ¿no era buena parte de la 
música de los Beatles algo mucho más inteligente? 
-Los Beatles eran un poco más intelectuales y por ello 
tenían eco también en ese nivel. Pero la atracción 
fundamental de los Beatles no era su inteligencia, sino su 
música. Fue sólo cuando alguien en el Times de Londres dijo 
que había cadencias griegas en "It won't belong" que la clase 
media comenzó a escucharnos... porque alguien nos puso un 
rótulo. 
-¿Incluyeron cadencias griegas en "It won't 
belong"? 
-Hasta el día de hoy no tengo la menor idea de dónde 
queda Eolia. Suena como pájaros exóticos. 
-¿Te molestó cuando las interpretaciones de tus 
canciones resultaron destructivas, como cuando 
Charles Manson sostuvo que tus letras eran mensajes 
para el? 
-Eso no tiene nada que ver conmigo. Es como ese 
individuo, "hijo de Sam", que mantenía conversaciones con el 
perro. Manson fue una versión extrema de la gente que sacó 
a relucirr el asunto de "Paul ha muerto" o que decidió que las 
iniciales de "Lucy in the Sky with Diamonds" eran las LSD y 
llegó a la conclusión de que yo hablaba de ácido lisérgico. 
-¿Qué origen tenía "Lucy in the Sky..."? 


-Mi hijo Julián llegó un día con un dibujo que había 
pintado de una amiga de la escuela llamada Lucy. Había 
incluido unas estrellas en el cielo y llamaba a la imagen "Lucy 
in the Sky with Diamons”. Bien simple. 
-¿Y las otras imágenes del tema no se inspiraban 
en la droga? 
-Las imágenes provenían de Alicia en el País de las 
Maravillas. Era Alicia en el bote. Está comprando un huevo y 
resultó ser Humpty Dumpty. La mujer que atiende el 
comercio se transforma en una oveja y al minuto siguiente se 
encuentran remando en un bote en algún lugar y lo que yo 
visualicé fue eso. Hay también la imagen de la mujer que un 
día vendría a salvarme, "la mujer con ojos de caleidoscopio" 
que vendría del cielo. Resultó ser Yoko, a pesar de que yo no 
la conocía entonces. Tendría que llamarse el tema, entonces, 
"Yoko in the Sky with Diamonds". 
-Sobre tu niñez... 


-Cuando era niño era miedoso, porque no tenía a nadie 
con quien establecer un lazo. Ni mi tía ni mis amigos ni nadie 
comprendían nunca lo que yo hacía. Me daba mucho, mucho 
miedo y el único contacto que tenía fuera de mí era a través 
de la lectura de Oscar Wilde, o Dylan Thomas, o Vincent Van 
Gogh... todos esos libros que tenía mi tía y que hablaban del 
sufrimiento de estos tipos por las visiones que tenían. A causa 
de lo que veían, los torturó la sociedad, por tratar de expresar 
lo que eran. Yo veía la soledad. 
-¿Encontraste a otros con quien compartir tus 
visiones? 
-Sólo gente muerta, en los libros. Lewis Carroll, ciertos 
cuadros. El surrealismo tuvo un fuerte efecto sobre mí, 
porque comprendí que mis imágenes y mis ideas no eran las 
de un loco, que si todo aquello era demencial, yo pertenecía a 
un club muy especial de gente que ve el mundo en esos 
términos. Para mí el surrealismo es una realidad. Las visiones 
psíquicas son una realidad. Aun cuando era niño lo eran. 
Cuando me miraba en el espejo a los doce o trece años, 
literalmente caía en un trance alfa. No sabía entonces cómo 
se llamaba. Años más tarde descubrí que estos estados 
tienen un nombre. Pero yo me encontraba viendo imágenes 
alucinantes en que la cara me cambiaba y se volvía cósmica y 
total. Esto hacía que siempre fuese rebelde. Me provocaba un 
terror permanente, pero por otra parte deseaba que me 
quisieran y me aceptaran. Parte de mí quería que todos los 
sectores de la sociedad me aceptasen y no quería que fuese 
ese músico loco y gritón. 



Pero no puedo ser lo que no soy. Por 
esta actitud mía, los padres de todos los chicos, inclusive el 
padre de Paul, decían: "No sean amigos de él". Los padres 
reconocían instintivamente lo que era yo, alguien que creaba 
dificultades, en el sentido de que no me conformaba y que 
influenciaba a los otros, lo cual era verdad. Hacía siempre 
todo lo posible para crear discordia en la casa de todos los 
amigos que tenía. En parte, tal vez, por envidia al no tener yo 
ese así llamado "hogar". Pero en realidad lo tenía. Tenía a mi 
tía y a mi tío y una bonita casa en los suburbios, gracias. 
Oyes esto, tía. Hace poco la hirió un comentario de Paul, 
acerca de que la razón por la que me quedaba junto a Sean 
ahora es que nunca tuve una vida familiar. Esto es un 
disparate. Había cinco mujeres que eran mi familia. Cinco 
mujeres fuertes e inteligentes. Cinco hermanas. Una fue por 
casualidad mi madre. Mi madre era la menor. Le ocurría que 
no sabía encarar la vida. Tuvo un marido que la abandonó 
para embarcarse e ir a la guerra cuando yo tenía cuatro años 
y medio. Terminé viviendo con su hermana mayor. Te diré 
que esas mujeres eran fantásticas. Fue mi primera educación 
feminista. De todos modos, el hecho de saber que no viví con 
mis padres me llevó a aceptar que los padres no eran dioses. 
Pero tampoco era huérfano. Mi madre vivía y vivió a quince 
minutos de marcha toda mi vida. La veía de vez en cuando. 
Lo único que sucedía es que no vivía con ella. 
-¿Vive? 



-No, la mató un policía borracho después de haber ido a 
visitar ella a mi tía, en la casa donde yo vivía. Yo tenía 
dieciséis años. Ese fue otro hecho traumático para mí. La 
perdí dos veces. Cuando a los cinco años fue a vivir con mi tía 
y luego cuando murió físicamente. Esto me dio más amargura 
aún. Ese rencor que siempre había llevado clavado en mí 
aumentó mucho en esa época. Empezaba a restablecer mi 
relación con ella cuando murió. 
-¿Qué clase de relación tuviste con tu padre, que 
se fue al mar? ¿Volviste a verlo? 
-Nunca volví a verlo hasta que gané mucho dinero y 
entonces volvió. Yo tenía 24 o 25 años. Un día abrí el Daily 
Express y allí estaba, lavando platos en un hotelito o lugar 
así, muy cerca de donde vivía yo en el cinturón de los 
financistas de las afueras de Londres. Me había escrito varias 
veces para comunicarse conmigo. Yo no quería verlo. Estaba 
demasiado herido por lo que nos había hecho a mí y a mi 
madre y porque reaparecía cuando yo era rico y famoso y no 
se había molestado en volver antes. No pensaba, pues, volver 
a verlo, pero se dedicó a hacerme un chantaje por la prensa 
hablando siempre de lo pobre que era y de tener que lavar 
platos mientras yo vivía en el lujo. Me enternecí y fui a verlo y 
tuvimos una especie de relación. Murió de cáncer unos años 
más tarde. Pero a los 65 años se casó con una secretaria que 
había estado trabajando para los Beatles, de 22 años, y 
tuvieron un hijo, hecho que me pareció auspicioso para un 
hombre que siempre vivió medio borracho y como vagabundo 
del Bowery. 
-¿Qué recuerdos te trae "Help!"? 
-Cuando hicimos "Help!" en 1965 yo estaba realmente 
pidiendo socorro. Ahora bien, pensarás que tengo una actitud 
positiva... es verdad, es verdad, pero... también sufro 
profundas depresiones, y tengo ganas de arrojarme por la 
ventana, ¿sabes? Resulta más fácil vivir conmigo mismo en la 
medida que envejezco. No sé si uno adquiere dominio de sí 
mismo o no cuando madura, si se calma un poco. Sea como 
fuere, yo estaba gordo y deprimido y pidiendo socorro a 
gritos. 



-¿Qué te tenía deprimido en la época de "Help!"? 
-El asunto de los Beatles se había vuelto algo que nadie 
podía imaginar. Nos desayunábamos fumando marihuana. 
Estábamos bien enviciados y nadie podía comunicarse con 
nosotros, porque éramos puro ojo vidrioso y risitas tontas 
todo el tiempo. Metidos dentro de nuestro propio mundo. Esa 
era la canción "Help!", donde creo que aparecía todo... hasta 
las canciones de Paul de ahora, que no parecen tratar de 
nada... siempre tienen algo de uno mismo. 
-¿Fue "I'm loser" una declaración igualmente 
personal? 
-Parte de mí sospecha que soy un perdedor y la otra 
cree que soy Dios Todopoderoso. 
-¿Haces uso de drogas ahora? 
-En realidad, no. Si alguien me da un cigarrillo de 
marihuana, puede ser que lo fume, pero no lo busco. 
-¿Cocaína? 
-La probé, pero no me gusta. Los Beatles la usaban 
mucho en una época, pero es una droga tonta, porque hay 
que repetir la dosis veinte minutos más tarde. Se te va toda 
la concentración en obtener la próxima dosis. 
-¿Acido lisérgico? 
-Hace años que no. Un poco de hongo o de peyote no 
deja de atraerme tal vez dos veces por año, o algo así. 
-Y los dos fuman como locos. 



-La gente macrobiótica no cree que fumar sea nocivo. 
Claro está que si morimos, nos habremos equivocado. 
-¿Cuál es tu sueño para el ochenta? 
-La verdad es que cada uno crea su propio sueño. Esa es 
la historia de los Beatles, ¿no? Es la historia de Yoko. Es lo 
que estoy diciendo ahora. Producir el sueño propio. No 
cuentes con que Jimmy Carter y Ronald Reagan o John 
Lennon o Yoko Ono o Bob Dylan o Jesucristo vengan a hacerte 
las cosas. Tienes que hacerlas tú mismo. Es lo que vienen 
diciendo los grandes maestros y maestras desde el comienzo 
de todos los tiempos. Pueden señalar el camino, dejar señales 
y breves instrucciones en diversos libros que ahora llamamos 
sagrados y que veneramos por sus tapas y no por lo que 
dicen, pero las instrucciones son bien visibles para todos, 
siempre estuvieron allí y siempre lo estarán. No hay nada 
nuevo bajo el sol. Todos los caminos conducen a Roma. Y la 
gente no puede proporcionártelos. Yo no puedo despertarte. 
Tú puedes despertarte. Yo no puedo curarte. Tú puedes 
curarte a ti mismo. 



-¿Qué hace que la gente no acepte el mensaje? 
-Es el temor a lo desconocido, que hace correr a todos 
huyendo, detrás de los sueños, ilusiones, guerras, paz, amor, 
odio, todo eso... todo es una ilusión. Es desconocido. 
Aceptemos que es desconocido y las cosas serán más fáciles. 
Todo es desconocido... y entonces hemos avanzado. Así es. 
¿Verdad? 



NOTA:
*Para una versión mas amplia de esta entrevista puede 
consultarse Entrevistas de Playboy, Emecé, 1982 
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