12 mayo, 2013

GETTING BETTER

"Getting better" es una canción brillante, luminosa. Ese compás binario, con reminiscencias claras en otras composiciones de McCartney, como "Penny Lane" o "Got to get you into my life", e incluso en el puente/estribillo (aunque en este caso es un 4/4) de "Lucy in the sky with diamonds", le va muy bien a las canciones de Paul, cuando además, como aquí, hace chocar a las guitarras en un golpeteo muy eficaz. El resultado es definitivamente feliz.
Tengo una sensación extraña después de haber comentado las tres canciones anteriores. Me parece que constituyen una especie de suite extenuante, tanto por su calidad, como por su novedad, como por su intensidad, como por la cantidad de material, sea temático o estrictamente musical, que atesoran. Y creo que lo justo sería dedicarle a cada una no una entrada de un blog, sino un libro... Pero como eso es imposible me he limitado a pergeñar unos esbozos que me dejan esa extraña sensación de ligereza y hasta de superficialidad que decía.
Por eso, paradógicamente, me encuentro muy a gusto con "Getting better". Su transparencia y su relativa sencillez me permitirán hablar de una cosa un poco más general. De la sensación que me produjo el disco en sí.
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Me topé con "Sgt. Peppers..." muy en su momento. Quiero decir: conocía a fondo los primeros cinco discos de los Beatles y todavía (salvo mi experiencia fallida con "Let it be") no había profundizado en lo que yo considero y consideraba segunda época. No había escuchado "Rubber soul" ni "Revolver", pero el azar misterioso al que me confiaba cada vez que me colocaba, por mi cumpleaños o por Navidades, delante del cartel que Pepe Mozo tenía en su tienda con las portadas de los álbumes de mis ídolos y que me llevaba a elegir uno u otro como resultado de una intuición pura, actuó de una manera eficaz. Estaba preparado para introducirme en los misterios del Sargento Pimienta.
No obstante, hubo algo raro. Escuché el disco por primera vez un domingo por la mañana. Cosa extraña en mí. No recuerdo haber estrenado ningún otro disco un domingo por la mañana. (Entiendo que encontréis esta observación absolutamente excéntrica, pero hay manías que sólo uno mismo entiende... y no siempre). Lo hice justo después de comprar los pasteles para la comida dominical, a la salida de misa... Y sentí una extrañeza sin límites. No era (como me sucedería algo después con el doble blanco) una extrañeza negativa. Qué va. Era una extrañeza en estado puro. Escuché las tres primeras canciones y no sabía decir si aquello era un horror o si se trataba de la cosa más maravillosa que había escuchado en mi vida. De una manera u otra, mientras leía las letras de la contraportada sobre ese terrible fondo rojo y jugueteaba torpemente con los recortables (los conservo intactos) supe que me había metido en un lío, porque ya no podría salir nunca de ese laberinto de sensaciones.
Y sí que recuerdo que "Getting better" me devolvió la paz. Fue como un regreso al hogar, a algo conocido.
No me atreví a volver a escuchar el disco durante varios días. Puedo decir que, de una forma misteriosa, me daba miedo. Hasta que cerca ya del fin de semana siguiente reuní a mi grupo y les comuniqué que tenía algo muy importante que mostrarles. Y les puse el vinilo. La reacción fue la de siempre: J. se mostró positivo y colaborador, dispuesto a interpretar alguna de esas canciones acompañando con su bandurria a mi guitarra de juguete; mientras que los hermanos V. se dedicaron a cachondearse abiertamente de mi entusiasmo por la música. (Siempre fue así. Intenté transmitirles algo de mi amor por la música y de mi deseo de hacer un grupo. Fue imposible. Eran adorables en casi todos los sentidos, pero la gente más poco musical que he conocido en mi vida... Hasta que en 1979 se fueron a vivir a su ciudad de origen y de repente les dio por montar un grupo con un tipo peculiar que era una mezcla de Jim Morrison, Raphael y los Pecos. Se hicieron famosos y, supongo, ricos. Por lo menos uno de ellos. Increíble pero cierto. Es una de las anécdotas más deliciosas y absurdas de mi vida).
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Volviendo a la canción de hoy. Distintas lecturas me han llevado al convencimiento de que refleja una dialéctica muy peculiar entre las personalidades de Paul y de John, de una manera sutil que ya vimos en "We can work it out". 

El tema, composición de McCartney, rebosa optimismo. Todos los recursos musicales atesorados hasta entonces por el grupo se confabulan para crear luz. Hay un doble zumbido: el propiamente dicho, ejecutado con instrumentos hindúes en las transiciones, y otro que genera una guitarra exultante que golpea sobre un mismo acorde de manera machacona. Además, cuando Paul dice que todo va mejor "... since you've been mine", hay una nueva explosión de color que le presta sentido a toda esa alegría.

Pero John ironiza. Lo hace con los coros, pletóricos de sarcasmo. Y con frasecillas como ésa que aparece por primera vez en 0:31 ("It couldn't get no worse"... o sea: aquello de que todo mejora porque no podía ir a peor) o con las menciones a las represiones del sistema educativo. Pero no sólo con eso. En el puente que comienza en 1:36 hay algo más sombrío aún que el sarcasmo; vuelve a hablar (suponemos que, independientemente de la aportación vocal de cada cual, se trata en el fondo de John) de que hubo un tiempo de su vida en el que maltrataba a las mujeres. Creo haber leído en algún sitio que esa confesión tan terrible tiene algo que ver, o se relaciona de alguna manera con un "viaje" un poco complicado que tuvo durante la sesión de grabación del 21 de marzo, cuando tomó, por error, una dosis de LSD.
Y es que en los Beatles, hasta lo más cristalino y transparente, lo que nos hace sentir como en casa, está lleno de complejidades.
 
fuente:
 http://loscaminosdeswann.blogspot.com.es/2013/05/the-beatles-98-getting-better.html

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