Gracias, Paul McCartney
Así fue como viví el recital que dio Paul McCartney el 10 de Noviembre en River Plate. Llegué al estadio a las 18.30 para hacer una cola impresionante de más de ocho cuadras (no me importó, Paul lo valía). Cuando llego al final, me dicen que las entradas VIP no necesitaban hacer la cola (no me importó, Paul lo valía). Entré al Monumental a las 19, y tuve que bancarme a Ciro, el de los Piojos, que tocaba antes que Paul (pero no me importó, Paul lo valía).
Comí algo para no tener que levantarme cuando llegara McCartney. A las 21, entró con el estadio gritando a más no poder. No es fácil describir lo que fue ese recital, "único" le queda chico a lo que fue eso. Live and Let Die, Let it Be, I’m Looking Through You, Got To Get You Into My Life, Sing The Changes, I’ve Got a Feeling, Get Back, Blackbird, Yesterday, Band on the Run, Something, Give Peace a Chance, A Day in the Life, Hey Jude, Helter Skelter, My Love, entre muchas otras en un concierto de tres horas en el que llegabas a llorar de la emoción cada vez que cantabas una letra al tiempo que Paul lo hacía.
Te sentías parte de algo, que participabas en la vida del músico más grande de la historia. Se fue alrededor de la medianoche, con la bandera argentina en la mano y con miles de papeles celestes y blancos que volaban por todo River Plate. Prometió volver, quién sabe.
Lo que se sintió por segunda vez en Argentina fue la beatlemanía, esa fuerza que te emociona cuando ves a un beatle y que te hace querer llegar a él. La beatlemanía nunca desapareció, nunca se fue, estuvo siempre. Paul McCartney, siempre conmigo.
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