30 octubre, 2012

Yoko no tuvo la culpa de nada

John Lennon se refirió una vez a su esposa Yoko Ono como «la artista desconocida más famosa del mundo», porque «todos conocen su nombre, pero nadie sabe qué hace».
 
El 'beatle' de las gafas redondas lleva más de treinta años muerto, pero su frase sigue resultando perfectamente válida. La mayoría de la gente no tiene ni la más remota idea sobre la carrera de la japonesa, que cumplirá los 80 el próximo febrero: mejor no hablarles del movimiento Fluxus, ni de arte conceptual, ni de 'performances', ni de colaboraciones con figuras como John Cage y Ornette Coleman, ni mucho menos animarles a escuchar sus discos, habitualmente tan difíciles... Lo único que tiene claro la inmensa mayoría de la humanidad es que Yoko Ono, como una perversa bruja de cuento, hechizó con sus malas artes a Lennon e hizo añicos la banda del rock más importante de su época y seguramente de la historia. Ya lo cantaban en los 90 los machacones Def Con Dos: «La culpa de todo la tiene Yoko Ono».
 
Pero resulta que no, que en realidad Yoko Ono no tiene la culpa de nada y, de hecho, hay que agradecerle algunas cosas importantes. Lo afirma el hombre que durante muchos años ha sido visto como su archienemigo, el mismísimo Paul McCartney:
 
en realidad, ya lo había dicho otras veces, y ese supuesto enfrentamiento cerril entre ambos es más una cansina sucesión de tiras y aflojas, pero en esta ocasión se ha mostrado particularmente tajante. «Desde luego que ella no rompió el grupo, el grupo ya se estaba rompiendo», ha explicado en una rara entrevista en profundidad con la cadena Al-Yasira, que se emitirá el próximo martes.
 
McCartney es conocido por sus conversaciones de diez o quince minutos con los periodistas, que no permiten hacer grandes indagaciones, pero se ha sentado a hablar durante una hora con David Frost, un clásico de la televisión británica que ya le entrevistó allá por 1964, en su primera aparición televisiva sin los demás 'beatles'.
 
«No fue tan malo»
 
McCartney, que ahora tiene 70 años, admite que le resultaba incómoda la presencia de Yoko en las sesiones de grabación de la banda, pero sus palabras van más allá de la absolución: a su juicio, John Lennon no habría creado algunas de sus canciones más recordadas, como 'Imagine', si su esposa no le hubiese abierto las puertas de la vanguardia.
 
 «No creo que hubiese hecho eso sin Yoko, así que no me parece que se la pueda culpar de nada. Cuando apareció Yoko, parte de su atractivo era su lado vanguardista, su forma de ver las cosas, que le mostró a él otra manera de ser -afirma-. Era el momento de que John se marchase, iba a hacerlo de todas formas».
 
A más de cuatro décadas de distancia, incluso considera que la ruptura «no fue una cosa tan mala», ya que así los Beatles pudieron dejar «una obra impecable». Los restos de resentimiento de McCartney no se dirigen contra la viuda de Lennon: su destinatario principal es Allen Klein, el mánager que quiso ocupar el hueco del fallecido Brian Epstein y agravó el distanciamiento entre los músicos.
 
«Ahí estaba yo, peleándome con los tres tíos que habían sido mis amigos del alma de toda la vida. Lo que yo quería era pelearme con Klein», afirma, mientras lanza un puñetazo de broma contra una foto suya.
 
No es la primera vez que la relación entre Paul McCartney y Yoko Ono parece normalizada. En 1995, por ejemplo, la viuda de Lennon y su hijo Sean pasaron un plácido fin de semana en la granja de Paul y Linda McCartney, y las dos familias grabaron juntas la canción 'Hiroshima Sky Is Always Blue'. «Con los hermanos y las hermanas siempre hay fricciones -declaró entonces Yoko-, pero en nuestro caso se magnifican, todo el mundo está mirando.
 
Y resulta más divertido cuando nos peleamos». No tardaron mucho en hacerlo, por una aparente tontería: el cambio de orden en unos créditos, con Paul por delante en lugar del tradicional 'Lennon-McCartney'. En 2005, Yoko Ono insinuó que las canciones de McCartney son simples y él replicó que la artista japonesa «no tiene muchas luces» y que «ha dicho cosas particularmente bobas».
 
Pero, cinco años más tarde, Yoko admitió en público que su matrimonio habría acabado en 1973, cuando John se marchó a vivir con su asistente May Pang, si no hubiese sido por la generosa mediación de Paul McCartney.
 
Así llevan décadas, acercándose y alejándose, como parientes que no se llevan del todo bien pero tienen que gestionar juntos un enorme y rentable legado. Son, como le gusta decir a la propia Yoko Ono, «la familia Beatles».
 
fuente:http://www.elcomercio.es/v/20121030/sociedad/balada-paul-yoko-20121030.html
 

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