22 septiembre, 2013

Paul McCartney regresa a la primera línea de la música pop



El bajista de The Beatles publicará el 11 de octubre su nuevo disco, «New», mientras su figura ha ido ganando importancia en la última década

MARIO ANZUONI | REUTERS

Quizás no se haya ido nunca, pero Paul McCartney está de vuelta. En los últimos años ha recibido condecoraciones presidenciales norteamericanas, ha llenado todos los estadios de todas sus giras, ha inventado alter ego para aventuras electrónicas y ha procurador estar a la altura de su pasado. Un pasado con un nombre que también ha ido convirtiéndose en la referencia indiscutible del rock: The Beatles.
McCartney está de regreso con un nuevo disco que aunque se llame New promete llevar al que fuera bajista de la banda de Liverpool de nuevo a ese pop del que fue uno de los grandes creadores en los últimos sesenta años.
Antes de que el próximo 11 de octubre llegue a las tiendas (a las físicas y a las digitales) el decimosexto disco de salón de McCartney y sus casi cincuenta minutos de música, la historia de Paul McCartney se ha reconstruido en los últimos diez años con una perspectiva en la que la figura del zurdo de The Beatles, del líder de The Wings, ha ido creciendo en dos sentidos. Por una parte como el músico que ha conservado la herencia directa de la banda fundada por John Lennon, el que ha reivindicado a lo largo de los años el legado musical, el que fue capaz de reproducir Let It Be para que el disco menos beatles de todos sus discos volviera al sonido que debió tener en otro tiempo. También McCartney forma parte de lo que, en cierto modo, se puede llamar el debut digital de la que fuera su banda.
La otra dimensión que ha cambiado en la carrera de McCartney comenzó poco después de abandonar, él el primero, The Beatles. Una carrera larga, desigual, pero que se ha reafirmado mucho desde que los años noventa comenzaron a terminarse.
Durante algunos años, en torno a los ochenta, la estrella de McCartney había perdido brillo. En algunos lugares del mundo musical incluso estaba mal visto poner de relieve su talento. Hubo un cierto paralelismo entre una pérdida de interés por The Beatles y algunos de los tropiezos del bajista en algunos de sus proyectos. Asuntos como Give My Regards to Broad Street no ayudaron a levantar el buen nombre del músico. Por aquella época, comenzó a reivindicar en sus conciertos sus viejas canciones de The Beatles. No es que dejara de tocarlas, pero fueron ganando protagonismo en sus conciertos hasta igualarse con las de otras épocas de su carrera.
Los noventa fueron mejores años para el recuerdo del grupo de Liverpool con todo el brit pop reivindicando la herencia de los sesenta. McCartney siguió a lo suyo. Quizá la manía de producirse sus propios discos, de asumir todos los roles posibles, no era lo más aconsejable.
Pero después de Anthology The Beatles volvieron para quedarse, McCartney hizo las paces con Yoko Ono y pudo proclamar con más decisión todo aquello que el grupo, su grupo, significaba en la historia.
La reivindicación de la historia beatle es, en cierto modo, la reivindicación de la aportación que el bajista realizó al grupo. Ringo Starr asegura en el documental de Martin Scorsese sobre George Harrison que McCartney «siempre llamaba para grabar otro disco; si no fuera por él, habríamos grabado solo la mitad de los discos».
En los 2000 la imagen de McCartney crece mientras se diluye la estampa de las dos décadas anteriores. Y aun contando con el poco éxito de sus incursiones en la clásica, con algunos discos flojos, el músico se quedaba solo en los conciertos a interpretar Blackbird y calmaba las dudas sobre sus capacidades.
Después de Chaos and Creation in the Backyard reapareció el McCartney de las canciones pop de calidad. Esta reaparición es solo en parte novedosa porque las buenas melodías han sido el mejor territorio del músico. Lo que McCartney ha recuperado es el equilibrio de las comparaciones. Porque lo peor para él es que no dejen de compararlo nunca con el joven que compuso Penny Lane.


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