Comienza la odisea de conseguir un ticket para EL acontecimiento musical del año. Paul McCartney, el legendario Beatle, toca en Argentina y nadie quiere perderse semejante show. Las entradas, pocas. Las filas, larguísimas. El artista, único.
Paul McCartney es, seguramente, uno de los músicos más queridos y respetados del mundo. Una de esas personas que cuando se para ante una multitud hacen que ese instante sea mágico y valga la pena, uno de esos seres que logran mover multitudes y convencer de que el poder de la música puede cambiar y salvar al mundo.
No es de extrañar, entonces, que un concierto suyo sea mucho más que un tipo de casi 70 años tocando viejos temas. De ninguna manera. Lo de McCartney trasciende lo musical, y llega a lo directamente mítico. Es uno de los Fab Four, un sobreviviente de los cuatro de Liverpool, la usina compositiva que, junto a ese amigo llamado John Lennon, hizo que ese grupo llamado The Beatles pasara de ser un simple cuarteto de rock para convertirse en un grupo que revolucionó la historia, tanto en lo cultural como en lo social. Un concierto de este Sir en Argentina es equiparable a que trajeran a la Mona Lisa o al David de Miguel Angel para ser exhibidos en algún museo local.
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