Terra Firma, el fondo de inversiones que adquirió la discográfica hace dos años y medio por 3.600 millones de euros, no puede hacer frente a los créditos
EMI, la más veterana de las multinacionales discográficas, está sumida en la peor crisis de su historia. Su situación es tan desesperada que ya rondan los candidatos a quedarse con los restos del naufragio: según el Sunday Times londinense, Warner Music y KKR estarían planeando desmembrar la compañía. KKR, un fondo de capital riesgo, ansía la próspera editorial de canciones, EMI Publishing; Warner prefiere quedarse con su negocio de música grabada, que incluye un fabuloso archivo.
La reestructuración de EMI supuso el despido de su popular directivo principal, Tony Wadsworth, un veterano con 25 años en la compañía. Fue reemplazado por ejecutivos procedentes de campos extramusicales.
La nueva EMI entró con arrogancia en sucesivos campos minados, desastrosos para su imagen pública, con las deserciones de Radiohead, los Rolling Stones o Paul McCartney, sin contar con la hostilidad de artistas como Robbie Williams o Joss Stone, todavía atados contractualmente. El reciente alboroto sobre el deseo de vender los estudios Abbey Road ha aumentado la incertidumbre.
El último revés ha sido una sentencia a favor de Pink Floyd, que se niega a que se vendan sus canciones por separado en tiendas digitales.
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