McCartney brilló en Buenos Aires y homenajeó a sus compañeros BeatlesRoncos y con las manos llenas de moretones de aplaudir a rabiar. Así está la mayoría de las 110 mil personas que anoche explotaron en el Estadio Monumental con el concierto de Paul McCartney. Se cantó, se gritó, hubo emoción con una balada solo con guitarra acústica, con una melodía acompañada solo con un piano, una tonadita con un ukelele, o con un rock and roll lisérgico y acelerado.Señores, anoche Paul McCartney le dejó claro a todos los que tenían alguna duda sobre su actual condición musical y el aguante de sus 68 años sobre sus espaldas que sigue siendo el 1. El primero de sus dos conciertos (esta noche cierre la “pierna argentina” de la gira, de nuevo en River) duró exactamente 2 horas y 45 minutos, con más de 30 canciones sobre el escenario. Y fue un auténtico paseo por los sentimientos para todos los que fueron a ver el último vestigio on stage del mito más grande de la música pop: The Beatles. La banda sonó mal al principio, pero cuando los ingenieros de sonido pudieron acomodar los agudos de la batería (básicamente, el abanico de platos) y ecualizó mejor voces y bajo, el sonido de McCartney salió despedido desde la pared de amplificadores como una Gillette afilada. Momentos culminantes: sí, hubo varios, y de diferentes registros. -El multitudinario “La la la lá” del coro de Hey Jude!, a capella entre McCartney y la gente. -La sencillez de la voz de Paul y su guitarra acústica en Yesterday. -La fuerza rockera de Helter Skelter, Day Tripper o Back in the USSR -Los disparos de cañón y los fuegos artificiales en Live and Let Die -La tonta y contagiosa melodía de Obla-Di Obla-Da -El talento y la garra en Let’em in y Let me roll it Homenajes: obviamente, a sus compinches difuntos John Lennon , George Harrison y a su fallecida esposa Linda con My Love Para Lennon hubo una canción especial, Here Today, y llegó a las lágrimas en un mar de celulares que filmaban (ese avance tecnológico que mató los encendedores en los conciertos) mientras sonaba una versión magistral de A Day in the Life, con un final unido al famoso coro de Give Peace a Chance. Para Harrison, la emoción llegó con su clásico Something, con una introducción a puro ukelele (una pequeña guitarra hawaiana) para luego ejecutar el tema idéntico al original. Sí, ya sé que la que voló en el cielo con diamantes fue la Lucy lennoniana. Pero anoche -sobre un cielo porteño despejado con una sutil y fina luna musulmana- fue McCartney el que brilló en cada objeto que tocó, en cada verso y en cada rebote de las más de cien mil bocas que lo acompañaron con el corazón en la mano. Al final, como dice la canción, el amor que recibes es igual al amor que das. Yo creo que anoche el que se derramó desde el escenario fue mayor. |
11 noviembre, 2010
Paul en el cielo con diamantes Señores, Paul McCartney le dejó claro a todos los que tenían alguna duda que sigue siendo el 1
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